domingo, noviembre 25, 2012

Previamente, en Los Cuentos de Kraad









jueves, noviembre 08, 2012

XXXVII:Non sequitur



Casandra abrió los ojos. Borrosamente, reconoció el rostro de Tharloff.
-Tuviste suerte? -preguntó el Drakking.
-No. Creo que no. Armand y Pirotesh... -trató de decir, pero solo salieron algunos balbuceos sin sentido.
-Estas muy débil- comentó Charizar. -Necesitas curarte. Creo que te esforzaste demasiado.
-Puedes causarte daño en el cerebro sobreexigiendote tanto, Cassy. Cerro los ojos, tomo la mano de Tharloff y sollozó suavemente.
Charizar la alzó en sus brazos, y caminaron por los jardines. No tardaron en encontrar una pequeña cabaña deshabitada. Dejaron a Casandra en el camastro. La mujer lloraba despacio, pero pronto se calmó y cerró los ojos. Tharloff encendió el fuego en una chimenea. No hacia frio realmente, pero le gustaba el fuego. A Charizar también, tal como lo recordaba.
-Chaz. Nos sentemos. Creo que permaneceremos un rato largo aqui, y nos merecemos una charla.
Charizar se acomodó en una reposera desvencijada, que sin embargo aguantó su peso. Su ala había sanado gracias a Casandra, pero aun la movia con lentitud
-No tengo nada que contar, Tharlf. Las razones eran simples. Venganza y Protección.
-Si, entiendo la parte de la venganza. Grana nunca me contó los detalles.
-Yo tampoco voy a hacerlo.
-Vamos. Es historia vieja.
-Tharloff. Te respetó, casi el único humano que se merece ese honor. Hemos peleado juntos, con Hitamo, con Valaureanna, contra Bolt, contra el lich de Rugert d'Noir. Pero nunca voy a perdonarte que te hayas asociado con esa dracocida.
-Vamos. Es la vida...
- Y no, no es una historia vieja- interrumpió Charizar- Veinte años es muy poco tiempo, para nosotros. Los dragones recordamos. Pensamos con  la sangre. Esa enana saqueó nuestro tesoro, mató a mis crias, mató a mi madre.
-Tu mataste a su maestra.
-Era mi obligación. Es la ley de los dragones. Mande a mi hembra a detenerla, a capturarla viva. Fue un error.
-Tiamat sola contra Ulinisina? Si, claro que fue un error.
Charizar gruñó.
-No estaba sola.
-Si, claro, Koyras. Los paladines lo acabaron. Bueno, Yahoo, porque Yahim no llegó a contar el cuento.
-¿Cual es el sentido de esta conversación, Tharloff? Grana yace muerta en los restos del Gomerghast. Su alma será castigada en algún plano infernal, como la mía cuando muera.
-No te faltó mucho en la caldera.
Hubo un largo silencio. Tharloff aprovecho para rebuscar en una alacena bastante bien provista. ¿Quien puede comer aqui, se dijo? ¿Quien vive en esta cabaña? No habia signos de lenguaje escrito, pero la forma de los envases y el contenido -mijo, cerveza, charque, trigo- le recordaba a su infancia en el pais drakking.
-¿Enor dijo que no fue nada personal, a que se refería?
-No lo sé. -respondió el dragón -Enor fue quien la mato. Simplemente el golpe de gracia. Apareció de repente en la caldera, atravesando la pared.
Tharloff escupió.
-O sea que fue mi culpa. Yo lo envié ahí con la patada del pozo. Me olvide que no estábamos sobre tierra.
-Entonces me salvaste. Grana estaba punto de darme el golpe final.
-Fue un escenario complicado- Admitió Tharloff. -Además, tú me salvaste cuando Enor estaba a punto de matarme. Los slayers perdieron sus dos figuras principales en esa pelea.
Charizar no dijo nada. Tharloff se sirvió cerveza en una jarra de barro cocido y la tomó en silencio.
-Enor vive. -anunció Charizar.
-Lo sé. Lo saque afuera con el céfiro. eso no puede haberlo matado. No le había hecho tanto daño.
-Puede haber usado las botas para teleportarse.
-Si, no me extrañaría que haya vuelto a Kraad. O que nos esté esperando en el centro del Jardin, convertido en el nuevo Destino.
-No, no lo creo. El estuvo allí, esa vez. Magetrain, Amelia, Enor, Kappa. Mataron al Destino, Tharl. Sabes lo que debe haber sido vivir eso?
Tharloff recordó el rostro de Enor, arrojando con desdén Terminal Blade. "Yo mate al Destino, Ulurund".
-Porque? Porque inicio todo esto? Porque intentaron detenernos?
Charizar se levanto, atontado. Casandra había sanado sus heridas, pero eso era todo.
-Es complicado. Yo actué por venganza. Enor sabia como manejarme, y mencionó a Grana. Fue suficiente para mí.
-¿Y ahora que lo tienes, estas satisfecho? - Tharloff estaba irritado.
-No. Por primera vez en muchas décadas, Tharloff, no siento emoción alguna. Este maldito lugar me está afectando.
Casandra dormía en el camastro, con una respiración suave y rítmica
-Salgamos y dejemosla dormir. -comentó Charizar.
Afuera, Tharloff notó que el jardin, aunque no tenía ninguna fuente de luz visible, parecía iluminado por un resplandor de luna, monocromatico, que lo teñía todo de un estremecedor tono gris. Pero Charizar estaba en lo correcto. En ese lugar había una paz extraña. Aunque esa no era la palabra más apropiada. Era algo más bien similar a la resignación. Al silencio. Al olvido.
Charizar extendió sus poderosas alas y volvió a su forma dragonil. Aunque estaba curado, sus escamas todavía no se habian soldado. Tharloff notó que su ojo derecho estaba reventando, aunque eso no era así en su forma dracohumana.
-Vine por venganza -comenzó Charizar, mirando al cielo sin estrellas- pero no había tomado realmente una postura. He visto la decadencia de nuestra edad. Vaya que los dragones sabemos lo que es la decadencia. Alguna vez formamos parte de los dioses mismos, hasta que nuestro orgullo fue castigado. Hoy somos una pálida sombra de lo que fuimos. Pero toda la decadencia se acelera cada dia que pasa. Y no es solo nosotros, Tharl. Hemos visto el imperio queuriano surgir orgulloso, atravesar crisis, guerras civiles, interregnos caóticos, pestes, invasiones orcas. Pero hoy solo es una sombra humeante. Enor destruyó su espíritu.
-También Kalan, Goan, Xenoria - admitió Tharloff- Sus espiritus estan quebrados. Goan ha perdido la fe gracias a Marak, Kalan es un sitio lúgubre, gracias a Pirotess y sus dos compinches. Xenoria es un país dividido, pobre, humeante, gracias a Enor y Ander Bolt.
-Has sufrido el gran invierno?
-Muy poco. He estado entrenando.
-Yo si. Nosotros no nos  preocupamos por el frio, pensé. Pero las tormentas, las inundaciones... los glaciares destruyeron varias cuevas, y todo fue peor. Las grandes inundaciones en el desierto... mas de la mitad de los dragones azules han perdido sus fortunas. Sabes lo que significa para un dragón perder la fortuna? El castigo de los dioses es cruento, es una locura que consume y te controla, y te quita todo pensamiento racional; eres pura furia, pura codicia. Es extraño que piense esto ahora; allá abajo las cosas eran diferentes.
Tharloff se quedó meditando, calculando cuanto karma podía generar en la mejor de las condiciones.
-Enor sabía todo esto. Sabia a donde íbamos sin destino. Sabía que el esplendor de su imperio era un espejismo, una excepción que confirmaba la regla, un golpe a ciegas contra la entropía inexorable.
-Hablas como un filosofo últimamente. -Tharloff se estaba poniendo de mal humor. Miro por la ventana de la cabaña hacia el camastro.
-Enor lo sabía. Sabía que era culpa de sus actos, de la vacante de Moriae. ¿Y sabes qué? No le importó. Su convicción era más fuerte. Enor, ahora lo entiendo, entendía que el Destino es una limitación a nuestra libertad. El era un Eleutero, estaba libre de las ataduras del Destino, pero no le interesaba su propio camino. Creo que quería no solo él ser Libre, sino que todos nosotros lo fuéramos también.
-Que bondadoso.
-Sé que lo odias como yo odio a Grana. No importa. Enor siempre obtuvo lo que se proponía. Hay algo que Enor me explicó, hace un tiempo, en Tera. Cuando él nació, hubo una profecía de un tal Asinkroth, preveía que cuatro subirían a combatir al Destino, que lo matarían, pero también que uno lo reemplazaría. Y no fue así. Estaba profetizado que nunca habría un nuevo Gran Thain, pero Enor lo consiguió. Y no fue por suerte. Cada una de sus batallas la ganó por una necesidad histórica; por tener el ejercito mejor entrenado, los soldados más fuertes, la mejor posición en el terreno, las mejores armas.
Tharloff estudió las escamas del costado derecho a Tharloff, y encontró lo que buscaba.
-Enor sabía que el mundo iba a morir sin un Destino, pero prefería que el mundo muriera libre que esclavizado por una necesidad narrativa, por la continua necesidad de dividir el mundo en Bien y Mal, en angeles y demonios. Enor odiaba los finales felices; los golpes de efectos, los dioses que intervienen a último momento para solucionar todo, castigar a los malvados y recompensar a los virtuosos. Odiaba la idea del hubris que siempre es castigado. Quería que los malos ganen, si hacían las cosas correctamente.
-¿Realmente dio un discurso tan largo?
-No. Nada de lo que estoy contando se habló. Es como que lo estuviera inventando ahora, o mejor, como si lo tuviera guardado desde hace tiempo.
-¿Y todos ustedes lo siguieron por eso?
-No, no. Todos queriamos venganza, o sabotear el proyecto desde el comienzo como Pirotess. Y creo que Enor lo sabía, y no le importaba. Iba a usarnos para sus fines. Quería una distracción, ahora lo entiendo, para seguir el mismo otro plan. ¿Cual era? No lo sé. Él no confiaba en nadie.
Tharloff recordó la mujer que había intentando matarlo estúpidamente en el Gormeghast. Se miro las muñecas, buscando las cicatrices de sus garras. No habia nada ahi. Su regeneración había eliminado las huellas, como tantas otras. ¿También ella buscaba venganza? No. Lo suyo era lealtad.
-Eso es lo que Enor pensaba, creo yo. Y sabes que- Charizar torció su largo cuello hacia Tharloff, y exhaló una bocanada de fuego electrificado. -Todo eso no vale una mierda.
El bárbaro asintió en silencio.
-Si el mundo se muere, la libertad no sirve para nada. Prefiero un dragón esclavizado y vivo, que uno libre y muerto. Ahora que ya no me ata mi venganza, puedo ver con claridad de qué lado de la línea estoy yo. Estoy de tu lado, Tharloff. Hemos sangrado juntos antes, y ahora lo haremos de nuevo.
Tharloff conectó la velocidad de la Oscuridad y apoyó su mano justo sobre la escama corazón de Charizar; canalizó su karma de una Lanza Apotegma, pero la dejó retenida en punta de sus dedos. El mas mínimo movimiento y atravesaría el corazón del dragón en un milisegundo al liberarla.
Armand no la hubiera retenido. Pero él no era Armand. Necesitaba estar seguro.
-Mierda. No sé quién eres, pero sé que no eres Charizar.
El dragón tardo unos segundos en entender la gravedad de la situación, pero reaccionó mas bien con fastidio.
-¿Quién crees que soy? ¿Enor polimorfizado?
-Ah si, seria algo divertido. No. Te conozco bien, Char. Tu no hablas así. Enor tampoco.
Charizar se quedo callado, como si el también dudara de si mismo.
-Aprendí a ver el karma a los quince años. ¿Crees que no me di cuenta que el ki de Casandra es diferente? ¿Que desapareció tan pronto como salimos de la cabaña? Tu karma parece consistente, es cierto, pero no sería la primera vez que veo ese truco.
-Tienes razón. Casandra no está ya. Su aroma se ha desvanecido.
-Porque estamos en una maldita ilusión, y tu  también eres parte de eso. El verdadero Charizar, bueno, costaba sacarle diez palabras seguidas. Hoy hablaste como un maldito elfo.
-Sí, me siento extraño, no sé porqué hablé tanto. Pero soy yo, Tharloff. No soy una ilusión. Casandra quizás,  pero yo no.
-¿Que diría una ilusión?
El dragón carcajeo. Sonaba falsa.
-Lo mismo que yo. No sé que me sucede, ciertamente no me siento como siempre. Pero sigo siendo yo. No soy una ilusión.
Tharloff sintió crecer el dolor en el brazo. No iba a poder mantener la lanza contenida mucho tiempo más.
-Hay otra posibilidad. Que el Destino no esté muerto. O no muerto del todo. Que haya un fantasma del Destino y que  te haya poseído.
Charizar se quedó callado, meditando. Pero aun contraía con fuerza los músculos del pecho. Tharloff pensó que existía la posibilidad de que sobreviviera la lanza. Sobre todo si no estaba sobre la escama corazón; ahora lo dudaba.
Finalmente: -¿Tharloff, porque viniste? Tu también quieres convertirte en el Destino.
-No. No. No. Gracias. Estoy bien como estoy.
-Sin un Destino nuestro mundo morirá. Para siempre. -Charizar bajo la cabeza y abrió las fauces amenazadoramente.
-Sí. Eventualmente. Como todos - y liberó la lanza.

lunes, noviembre 05, 2012

XXXVI: Acta est fabula

-Vaya, vaya. Esto no lo esperaba.
Raukion abrió los ojos. El techo estaba lleno de decorados. Se puso de pie sin usar sus manos, e instintivamente tomo su espada. Solo que su espada no estaba. Un rápido paneo le reveló que estaba en una habitación goana muy lujosa. En el centro había un trono dorado, montado sobre una plataforma cubierta de almohadones. Alrededor del trono habia bellas huries. Sobre el trono, un hombre enmascarado, vestido como rico burgués kalanite.
-Un kensai desarmado es tan poderoso como karmigero sin karma.
El enmascarado desprendió la paste posterior de su máscara, revelando unos labios leprosos y lastimados. Sin embargo, debió haber sido una ilusión óptica causada por la deficiente iluminación, porque al examinar nuevamente Raukion vio que sus labios eran masculinos y perfectos. Mordió una fruta que una de las huríes le deposito en la boca.
-Quien eres?
-Soy la muerte enmascarada. La canción del final. El flautista en las puertas del amanecer. El recolector de desgracias. El mensajero enigmático. El ajedrecista ciego. Soy la cosa del umbral. El sabueso que sisea en los ángulos del tiempo. La verdad paradójica que no esperabas. Soy pan, soy paz, soy mas. Soy Lamuel, uno y todos ellos. Bienvenido.
-Soy Raukion, y ahora soy nadie.
-Eso eres. Nadie- le susurro al oído Lamuel. Raukion intentó una toma de kenjutsu, pero sus manos solo aferraron una túnica vacía.
La mascará de Lamuel flotaba en el aire. Sus ojos brillaban en la penumbra, como velas recién encendidas.
-Estamos en el principio de todo, Raukion. Donde comienza el universo, cada mañana cuando sale el sol, y despiertas. Donde termina el Soñar, la Rosa de los cielos.
Raukión miro sus manos. No, no eran sus verdaderas manos, sino una imitación bastante adecuada.
-Esto no es real, verdad?
La Mascara de Lamuel ahora ocupaba todo el horizonte. No había nada mas, con Raukion flotando sobre ella, como si fuera una luna orbitando un planeta.
-Nada es real. Solo la Voluntad.
Raukion cerro la mano y la adelanto, y aunque la Mascará estaba a cientos de kilómetros de distancia, y la aferro, y tiro de ella.
Detrás había un rostro podrido y deteriorado. Un gusano salía de las cuencas oculares. Los dientes podridos se adivinaban atrás de los labios que se caían a pedazos. Las mejillas estaban perforadas, hendientes. Una resto gelatinoso de masa encefálica salía por el hueco donde estuvo la nariz.
-Estás muerto por dentro. -sentenció Raukion.
El vals inundó la habitación. Raukion vestía como un maestro de caza élfico, aunque estaba desubicado en una habitación llena de nobles Xenorianos. Conocía a algunos. Lady Amelia Valjean, en su vestido azul de corte LesDanton. La electora de Anna Weirstrauss, embarazada y del brazo de su esposo, el duque Hort Clausen. El anciano Iand Silverhand, de elegante frac negro, apoyado en su musculoso escudero y en su bastón terminado en una mano plateada. El vals era la Alegre Canción, el mas clásico de los valses de Brixton Gate.
Lamuel se acercó. Iba de chaquetón rojo y azul, demasiado pomposo para la ocasión.
-¿Disfrutas de la fiesta, mi manco amigo?
Raukion noto que efectivamente, su mano derecha faltaba. En su lugar una mano de madera viva, un reemplazo usual entre los elfos sindars.
-He visto mejores- admitió Raukion. -Hay muchas damas, veo, algunas interesantes.
-Siempre las hay. Es el baile del fin del mundo, nadie puede faltar.
-Todos están muertos aquí también?
-Muertos? No, no. Algunos, si. La mayoría. Otros se escaparon, como yo.
Un sirviente les sirvió champagne. Raukion bebió la suya torpemente, con su mano izquierda.
-Vas a interpretar alguna pieza, Lamuel?
-Tal vez luego - Lamuel se encogió de hombros- Ahora prefiero bailar. Alguien tendrá que caer en mis encantos.
-El que baila la alegre canción encuentra el amor verdadero - recordó en voz alta Raukion.
-Cuentos de viejas. Además, todas las noches encuentro algún amor verdadero.
-Yo no- admitió Raukion. Se sirvió un pequeño bocado de copetín de una de las bandejas que pasaban. Era una masa dulce con ciervo especiado, demasiado crudo para su gusto élfico.
-Creo que le echado el ojo a esa señorita de la esquina - Señalo Lamuel con el bastón, disimuladamente.
Era una joven xenoriana, con un vestido que dejaba claramente su condición de baronesa. Era de percal verde, cuidadosamente aseado. Sus joyas eran baratas y poco refinadas.
-La baronesa de Wild?
-Así es. Muero por ella.
-Oí que ella fue la murió por ti- Raukion bebió mas champagne. Dioses, era deliciosa. No había cosas así en el Harmonio. Lamuel hizo un chasquido de desagrado.
-Todo el mundo se termina muriendo, alguna vez. Que querés que haga?
-A mi no me preguntes. No soy la persona indicada para enseñarte romanticismo. La vida es demasiado corta para entender a las mujeres.
-Y eso lo dice un elfo, que risa- comentó amargado el enmascarado. -Hazme un favor, quieres? Ayúdame con la baronesa, puedes seducir a su amiga?
Efectivamente, Jade Wild estaba acompañada de otra dama, mucho más alta y fornida. Era de cabello rubio, trenzado, indudablemente con sangre drakking. El vestido Champolion que llevaba estaba a punto de estallar por sus amplios hombros y escote.
-Esa mujer… no es de por aquí. - se maravilló Raukion.
-No, da la casualidad que es mi ex esposa.
En ese momento, un alto paladín con uniforme de gala le tomo la mano a la mujer rubia y se la llevo aparte.
-Vaya, parece que ese caballero te leyó el pensamiento y te dio una mano.
-No me lo recuerdes. Se puede quedar con ella. Yo vine aquí a redimirme.
Lamuel apuró su copa, y luego se quitó la máscara. Bajo ella, su rostro era el de un hombre de edad madura, pero aun atractivo y varonil. Las primeras canas empezaban a salirle en las sienes, pero no había arrugas en su seño fruncido.
-Deséame suerte
-Suerte- Raukion le palmeó la espada.
Con paso decidido, Lamuel se acerco a la joven, y comenzaron a charlar; una reverencia y un beso en la mano hicieron que la doncella se sonroje. Raukion recibió otra copa, esta vez de vino feltiano. Sonrió satisfecho porque las cosas parecían marchar bien.
Una mano femenina le acarició el hombro.
-¿Debo seguir esperando que me invites a danzar esta pieza?
El elfo se volteo. Tras ella había una dama de belleza deslumbrante, cabellos castaños y enormes ojos cafés que parecían mirarte al fondo del alma.
-Milady Casandra, será el más grande placer que haya vivido - se arrodillo y le beso la mano.
-Su galantería me deslumbra, milord.
Danzaron en silencio el Vals de la luna de Plata, mirándose a los ojos.
-Tu estas aquí de verdad? - le preguntó Raukión
-No. Ni tu tampoco, Raukion. Esto es una ilusión consensuada, creada por el poder residual del Destino. Tu y Lamuel la están creando al mismo tiempo. Yo me quede en la entrada; por alguna razón no puedo avanzar. Sospecho que no soy uno de los libres.
-No sé de qué me está hablando.
-No, es que parte de ti mismo está en tu personaje en esta ilusión. Pero no importa, el Raukión que esta tras de ti y te controla puede oírme. Así que solo escúchame y finge que no entiendes.
-No estoy fingiendo. De hecho, ahora me siento bastante incomodo.
-Raukion, concéntrate. No se cómo llegó Lamuel aquí, pero creo que de alguna manera nos ha estado manipulando desde el principio. El estuvo aquí antes, y lo derrotaron. Quiere convertirse en el Destino. Conoce este lugar mejor que todos nosotros. Ha pasado los últimos ochenta años planeando volver, adquiriendo poder y habilidad para controlar este lugar.
-Lamuel hizo todo esto? Es bueno con las ilusiones, pero…
-No lo conoces. Crees que si, es parte de este escenario. No importa. Tienes que derrotarlo, Raukion. No te conozco, no sé porque estabas del lado de Pirotesh y Enor, pero no parece que seas una mala persona. Pero Lamuel…
-No voy a consentir que hable mal de un amigo. Quiere una copa a la luz de la luna, milady.
Salieron afuera. Raukion se las arreglo para capturar una botella de vino endomonico y se sentaron en una de las escalinatas.
Casandra bebió un trago de la botella, y se lo paso. Raukion encontró el gesto encantador, pero quizá era el alcohol.
-No es difícil entrar en tu mente, para ser un elfo. Has pasado mucho tiempo entre humanos, Raukion.
-Me crié entre humanos. Mi padre me entrego a la familia imperial para cerrar un pacto de no agresión con nuestras ciudades.
-Eso explica muchas cosas. Que uses katana, por ejemplo. -Casandra soltó una risa tonta.
-También tú te estás embriagando -
-Es que esta ilusión es muy poderosa, aun para mí. Déjame concentrarme - Casandra se llevo las manos a la frente y se masajeó las sienes. Raukion se acercó y le acarició la nuca.
-No, no. Raukion, escúchame. Tienes que derrotar a Lamuel.
-Que es lo que quieres? Que le arroje un guante a la cara y lo reté a un duelo.
-Podría funcionar. Pero necesitas un motivo.
-Como qué? Que por ejemplo, ambos pretendamos a una misma mujer?
-Si, podría funcionar. Si seduzco a Lamuel, quizás…
Raukion frunció el seño, molesto por las implicancias del comentario.
-No funcionará. Lamuel no es esa clase de persona. Puedes preguntárselo a Altione.
-¿Quien?
-El paladín albino, el que saco a bailar a su ex esposa en el salón.
-No, no es así, tenemos que encontrar una manera- Casandra acarició distraídamente el pecho de Raukion. Desprendió un botón de la camisa. Raukión se inclinó sobre ella.
La banda dejo de tocar. El gran reloj de péndulo que dominaba la sala de baile comenzó lentamente a sentenciar sus campanadas. Cada persona contaba en silencio el estruendo. A la séptima campanada, hubo un murmullo, y un grito. Los ojos de todos los concurrentes se orientaron a su fuente. Una dama se había desmayado, y junto a ellas, una enigmática figura enmascarada, que de alguna manera a nadie había llamado la atención previamente. Un rumor se expandió por la sala, creciente con cada campana, un rumor de desaprobación sorpresa, pero también de espanto, horror y repugnancia. La figura estaba cubierta de pies a cabeza de una mortaja sanguiñolienta, a la usanza goana. Manchas negras de sangre seca le resaltaban el pecho, donde había un agujero profundo que lo atravesaba de lado a lado. Su rostro estaba cubierto por una máscara.
Lamuel, que abrazaba entonces a la joven Jade, desvió también su mirada. Cuando sus ojos cayeron sobre la figura (que ahora, en un movimiento lento y solemne, cruzaba la sala hacia él) se convulsionó en un primer momento en un estremecimiento de terror o disgusto, pero rápidamente su rostro enrojeció de rabia.
-¿Quién se atreve a usurpar mi mascara?¿Quien se atreve a insultarme con esta burla blasfema?
Con la última campanada, no había nadie más que ellos dos en toda la sala. Lamuel sacó un cetro de fuego de sus ropajes y apunto hacia la figura embozada; un bólido incendiario salió disparado. La figura extendió sus manos; un viento helado apago el bólido en el aire. Los cientos de candelabros que iluminaban la sala se apagaron. Solo la luna, que entraba por los ventanales, iluminaba la escena.
En la penumbra, Lamuel redescubrió el miedo.
La figura no contesto. El cetro se deshizo en polvo en sus manos.
Despacio, camino hasta la figura, puso sus dedos sobre el borde de su máscara.
-Lamuel- advirtió Raukion, que entraba a la sala en ese momento acompañado de Casandra. Ella se cubría con un mantel, y Raukion estaba desnudo de la cintura para arriba.
Lamuel sollozó mirando a su amigo, pero no bajo su mano. Acariciaba el borde de la máscara.
-Que es esto, Raukion, no lo sé. Detenlo, por favor.
Raukion se quedo en silencio. Casandra se dio vuelta y salió por la entrada principal en silencio. El elfo camino hasta ellos. Puso su mano sobre el costado de la figura.
-El corazón no le late.
Lamuel se mordió los labios. Su rostro era ahora el de un anciano, lleno de profundos surcos, con manchas de la piel. Su cabello cano y pajizo se derramaba por las mejillas.
-Una bruja me maldijo una vez. Me maldijo con vida. Una vida de sufrimiento, de desgracia. Una larga vida.
Lamuel respiró, cerró los ojos y le quitó la máscara.
Raukión salió al balcón, suspirando. Casandra ya no estaba. Abajo, se podía ver la campiña xenoriana, iluminada a la luz de la luna. Las torres de la barbacana del castillo, de granito y piedra resaltaba contra el bosque en el horizonte. No había ninguna luz, ninguna señal de actividad humana.
El horizonte se hundió. Las estrellas comenzaron a apagarse. Los arboles del bosque cercano comenzaron a disolverse, uno por uno. El cielo nocturno se derretía. La luna titilo dos veces y se apago. La barbacana se desarmo en cientos de bloques de piedra que se precipitaron hacia abajo. Él mismo balcón se contrajo y derrumbo cayendo hacia la nada.
Raukión se encontró flotando, contemplando hacia el abismo. Y el abismo también lo miraba.
-Armagest. - saludó Raukion con una sonrisa. La sonrisa con la que uno recibe a un viejo amigo.
No hubo respuesta.
Raukion se dio la vuelta y camino por un pasillo de loza blancas y negras. Ahora vestía todo de negro, con los cabellos recogidos con joyería plateada. Su katana estaba en su mano, rezumando sangre por los bordes del metal. El corredor terminaba en un terrible espejo. Su imagen era, sin embargo, diferente. Sus ojos eran totalmente negros.
Raukion sonrió fieramente. El reflejo le devolvió la sonrisa, y de un feroz katanazo partió el vidrio que los separaba en un mil pedazos. Rápidamente Raukion se puso en guardia y desvió el siguiente ataque. Contraataco a su reflejo con ferocidad, sin éxito. Se contorsionó salvajemente para esquivar el siguiente mandoble, que paso a centímetros de su nariz. Cayo al suelo de espaldas y en el mismo gesto rodó hacia atrás, con un corte frontal directo de espaldas. El reflejo paro y finto, y volvió a atacar. Raukion paro con el mango de su katana y lo empujo con el hombro. El reflejo perdió el equilibrio, choco con la pared del pasillo y la piso lateralmente; comenzó a caminar por la pared, como si la gravedad hubiera girado noventa gados. Raukion maldijo en queuriano y paro dos mandobles expertos con dificultad. Retrocedió dos, tres pasos, finto, paso por debajo del reflejo, piso la pared, y termino parado sobre el techo, que ahora era el piso para el. El reflejo lo siguió y terminaron enlazados en una doble parada, los filos de las katanas a centímetros de sus rostros.
Y Raukion vio los ojos vacíos de toda luz de su reflejo, y adivinó la verdad.
Empujo con fuerza; el reflejo retrocedió e intento repelerlo con un revés. Raukion evadió y comenzó a contraatacar con desdén, una lluvia de golpes veloces, pero cada uno mortal. El reflejo fue esquivando, parando y resintiendo cada ataque, pero era incapaz de contraatacar. Al noveno golpe, trabó con fuerza y la katana de Raukion voló por los aires. El reflejo retrocedió, en posición de ataque, y luego avanzo. Raukion retrocedió, desarmado, las manos a los costados, sonriendo inquietantemente.
El reflejo alzo la katana para dar el golpe mortal, y cargo. Raukión extendió su mano y un muro de fuerza invisible se alzo entre ambos bloqueando la carga. Con un rápido gesto, la katana restante se partió. Raukion dio puñetazos al aire, que curiosamente parecían afectar cada uno al reflejo como si hubieran contactado su cuerpo con la fuerza de un gigante. En el último gesto, Raukion extendió la diestra y aferro el cuello de su reflejo, y le quebró el espinazo.
-Armagest está muerto. Solo eres el hueco que dejaste en mi.

domingo, mayo 08, 2011

XXXV:In nomine patris

El disparo abrió un boquete sanguiñolento en el costado de Marak. El goano cayó a en la arena, aturdido y confundido. Landon recargó y apuntó a la cabeza de Marak. Este no se levantó. Respiraba profundo, y la herida manaba poca sangre.
-Vamos. Solo es una herida lateral. No intentes nada raro.
-Duele. – resopló Marak.
-¿Nunca te habían herido? –Landon mantuvó su guardia.
-No.
-Vamos, eres el mesias de Goan. Deberias poder curar esa herida.
-Ya no, por lo visto.
Marak se sentó y desgarró su aba.
-No vas a parar la hemorragia asi. –recomendó Landon, poniéndose en cuchillas. – Presiona más fuerte. No hay venas lastimadas, ya te habrías desangrado. Realmente, nunca vendaste a nadie.
Marak le dedicó una mirada furibunda. Aun empuñaba su daga dorada.
-Es un lindo juguete, seguramente tiene más hechizos de lo que crees, pero puedo volarte la mano en un segundo. Dámela y te ayudare a vendarte.
Marak escupió y siguió pergeñando con sus vendajes. Se las arregló para parar la poca sangre, pero evidentemente aun le dolía bastante.
El goano se levantó con la daga en una posición de combate ridícula. Había un odio profundo en sus ojos, pero era como si hubiera perdido toda su capacidad de amenaza. Parecía solo lo que era, un muchacho de veinticuatro años tratando de vender cara su derrota.
Landon enfundó la dragonosa y lo miró desafiante. Marak cargó, la daga en mano, pero antes de hacer contacto un sonoro puñetazo lo desvió. Landon le propinó un rodillazo en la ingle y le quitó la daga de sus manos. El joven se tiró al suelo, abandonando la pelea.

-Asi pelea el hijo predilecto de Goan? Tu madre te molería a golpes si se enterará que te dio una paliza un mago, hijo.
-Los dioses me han abandonado. Para que vivir? Mátame, perro, y sentirás la ira de los dioses.
-Levantante, mocoso. Estamos metidos en un lio. Esto parece un desierto, algo nos teleporto aquí, mientras mis amigos están arriba peleando contra el guardián. – Caviló Landon.
-Eres un estúpido, Landon Donovan. ¿No escuchaste todo lo que Mitrae dijo? Cada vez que uno de nosotros tome una acción que sea una definición, seremos llevados a otro plano de existencia a arreglar nuestros asuntos. Mátame y saldrás de aquí.
-No. – Landon lo levantó del aba y lo hizo parar en la arena. Marak no se resistió. – Que demonios te pasa? Cuando peleamos en el Gomerghast casi friegas el piso con mi cara.
-Los dioses me juzgaron indigno.
-¿Justo ahora? Cuando masacraste a los misioneros de Altalion en Sifnidga no dijeron nada?
-Zazoah el destructor guiaba mi mano, y si el padre Allamud no intervenía, que podían hacer los otros dioses. Ellos me hablaban en mi cabeza, antes. Solo yo podía oírlos.
-Estás loco, hijo. – Landon lo mantuvo con el caño de la Dragonosa en la espalda. – ¿Alguna idea de donde estamos?
-Parece el Goan. El wadi, posiblemente. ¿Que importa? Mátame y estarás libre.
-No, esto parece una de esas ridículas pruebas éticas en las que los dioses aman poner a nosotros los mortales.
-Los dioses no operan así, realmente. Somos nosotros mismos los que nos ponemos en esos dilemas éticos. Los dioses carecen de ética.
-Lo sé, bien que lo sé. Son unos malditos bastardos allá arriba. De todas maneras, tenemos que encontrar un camino de regreso. Alguna puerta, algo que nos dé una pista.
-¿Una puerta en el desierto? ¿Estas loco tu también?
-Me han pasado cosas más raras. Además, me he quedado sin planes. Camina.
-¿Hacia donde vamos?
-Hacia ningún lado, solo camina.

No encontraron ninguna puerta. Cayo la noche, y encontraron, sin embargo, unas formaciones rocosas y arbustos verdes. Landon se las arregló para encender un fuego con ellas, con un poco de magia. Luego se puso a revisar su deshilachado cuaderno donde guardaba sus conjuros más prácticos. Marak guardó silencio todo el tiempo, mirando el fuego.
Landon terminó de leer y cerró el libro.
-Algo raro sucede- comentó- No tengo hambre.
-Ni sed. Esta simulación apesta.
-Parece bastante real.
-No, apuesto que realmente nuestro tiempo biológico fluye más lento. Allamud hace eso, en aquellos que se acercan demasiado a su castillo por segunda vez. Hace que el tiempo fluya más lento, así que tardas años en un solo día.
-Asi que nadie puede visitar dos veces el castillo de Allamud?
-No – Marak lo miró con odio, y luego bajó la mirada. – Mi padre lo intentó y falló.
- ¿No hay excepciones para los heraldos de los dioses.
-No. Mi padre verdadero, me refiero.
Hubo un largo silencio. Landon aceitó a la dragonosa, Marak solo miraba el fuego.
-No sé mucho de tu historia, solo que Grana me conto en alguna ocasión cuando rescatamos a Lamuel. Entiendo que Lamuel y tu madre estuvieron casados y tuvieron tres hijos, verdad? Luego se separaron y naciste tú, hijo de Eli y Sif?
-Eso fue lo que crei. Pero no es cierto. Soy tan hijo de Lamuel como Bayeia o Dirandis, mis verdaderos hermanos.
-Mírate la cara, Marak. Tienes la nariz de un goano.
-Como sabes que no es la nariz de un Invothak?
-En cualquier caso, como lo sabes?
Silencio.
-Casandra. Cuando peleábamos en la nave, recuerdas?
-Cuando hice pedazos el Gomernghast?
-No fuiste tu, fueron tus armas.
-Si, pobrecitas. ¿Que hizo Casandra?
-Entró en mi mente. No era un lugar agradable antes, supongo. Yo estaba concentrado entonces, asi que dejé que los dioses la atacaran. Se las arregló para luchar contra los nueve ella sola.
-Es una mujer increíble.
-Empezó a escarbar mi mente, mis recuerdos. Sabes, ahora recuerdo de todo mucho mejor. Yo estaba demente, tenía cosas en mi cabeza que hacían lo que querían. Creo que era yo, todos ellos.
Landon gruñó.
-Algo encontró, que hizo que los dioses se disolvieran. Creo que ella no sabía lo que encontró, debe de haber estado apurada usando cada recuerdo doloroso para ver si me noqueaba con angustia. Algo encontró que hizo que los dioses se disolvieran y huyeran espantandos.
-¿Qué Lamuel era tu padre?
-Supongo que si. Eso era. No lo sabia apenas terminamos la pelea, pero desde entonces he estado pensando. Es raro, me siento muy diferente.
-Lo sabias?
-No, fue una sospecha, cientos de pequeños incidentes, que yo iba reprimiendo. Solo hable con Lamuel una vez, y su mirada era tan angustiada al verme. Fue en el funeral secreto de Bayeia. Los dioses me dijeron que Lamuel me temía, pero en realidad estaba angustiado de que yo no le creyera la verdad. Me lo dijo, en su enrevesada manera de hablar. Yo lo ataque con fuego y rayos. Sobrevivió, por supuesto, y poco después se infiltro y mató a mi madre.
-Realmente no me gustaría pertenecer a tu familia, hijo.
- Me sentí culpable de haberlo dejado vivo. Pero también aliviado, porque mi madre era… no teníamos la mejor relación. Y su muerte me convertía en el Mesias de Goan, no más regencia.
-Cuantos años tenías entonces?
-Yo? Doce años, trece?
-Barriste el suelo con el culo de Lamuel a los trece años?
-No presentó demasiada resistencia.
-Hijo, yo apenas tendía mi cama a los trece.
-Hemos sido educados de otra manera.

Paso mucho tiempo, pero ninguno sentía sueño ni había más que decir. Marak parecía nervioso; era obvio que estaba poniéndose al día con su mente. Landon descubrió que podía fijar los conjuros en su mente sin dormir, es este extraño reino.
Cuando salió el sol, Marak se levantó, se acercó y extendió la mano.
-Landon Donovan, devuélvame mi daga.
-Que pasa hijo?
-Vamos a terminar este duelo.
-¿De que hablas, hijo? No tienes tus poderes sacerdotales y yo tengo una pistola y mis conjuros. No vas a durar ni un minuto.
-Esa no es razón para detener el duelo. Terminémoslo.
-No voy a matarte a sangre fría, hijo.
-No, claro que no, será en defensa propia.
-No eres una amenaza.
-Que va a hacer, Landon, quedarse aquí sentando el resto de la eternidad? Este lugar no existe, es un campo de batalla y se terminara cuando el duelo termine. Deme la daga y terminemos esto.
Landon se encogió de hombros y le entrego la daga. Marak retrocedió unos pasos e hizo una reverencia. Landon continúo sentado.
-Hijo esto es ridículo. No estás en buen uso de tus facultades mentales.
-Soy uno por fin, Landon – Marak sonreía –Soy yo por primera vez, y te aseguro que estas en buen uso de mis facultades. Este será mi primer y verdadero acto consiente. Vas a quitarme el derecho de morir como un valiente.
-Pseee. – Landon se paro- Sabes que todo el problema es que ahora crees que no eres el hijo de Eli y por lo tanto no te consideras digno? Que los dioses no te quitaron su favor sino que tu de alguna manera renunciaste a eso?
-Sí, y que se pudran. Ya no quiero su poder. Ahora me doy cuenta que siempre quise ser un derviche. En guardia, Landon Donovan, usted sera mi primera víctima.
Landon vio al joven correr hacia el, la daga lista, el instinto asesino en sus ojos, y no le quedó otra opción que abrir fuego. El disparo se desvió y pego en el pecho; Marak trastabillo y cayó al suelo a sus pies.
-Maldición, maldición, maldición. Esto es ridículo. Marak, estás bien?.
Alcanzó a ver la sonrisa y los ojos vidriosos del hijo de Lamuel, y luego todo se disolvió en penumbra.

XXXV:In nomine patris

El disparo abrió un boquete sanguiñolento en el costado de Marak. El goano cayó a en la arena, aturdido y confundido. Landon recargó y apuntó a la cabeza de Marak. Este no se levantó. Respiraba profundo, y la herida manaba poca sangre.
-Vamos. Solo es una herida lateral. No intentes nada raro.
-Duele. – resopló Marak.
-¿Nunca te habían herido? –Landon mantuvó su guardia.
-No.
-Vamos, eres el mesias de Goan. Deberias poder curar esa herida.
-Ya no, por lo visto.
Marak se sentó y desgarró su aba.
-No vas a parar la hemorragia asi. –recomendó Landon, poniéndose en cuchillas. – Presiona más fuerte. No hay venas lastimadas, ya te habrías desangrado. Realmente, nunca vendaste a nadie.
Marak le dedicó una mirada furibunda. Aun empuñaba su daga dorada.
-Es un lindo juguete, seguramente tiene más hechizos de lo que crees, pero puedo volarte la mano en un segundo. Dámela y te ayudare a vendarte.
Marak escupió y siguió pergeñando con sus vendajes. Se las arregló para parar la poca sangre, pero evidentemente aun le dolía bastante.
El goano se levantó con la daga en una posición de combate ridícula. Había un odio profundo en sus ojos, pero era como si hubiera perdido toda su capacidad de amenaza. Parecía solo lo que era, un muchacho de veinticuatro años tratando de vender cara su derrota.
Landon enfundó la dragonosa y lo miró desafiante. Marak cargó, la daga en mano, pero antes de hacer contacto un sonoro puñetazo lo desvió. Landon le propinó un rodillazo en la ingle y le quitó la daga de sus manos. El joven se tiró al suelo, abandonando la pelea.

-Asi pelea el hijo predilecto de Goan? Tu madre te molería a golpes si se enterará que te dio una paliza un mago, hijo.
-Los dioses me han abandonado. Para que vivir? Mátame, perro, y sentirás la ira de los dioses.
-Levantante, mocoso. Estamos metidos en un lio. Esto parece un desierto, algo nos teleporto aquí, mientras mis amigos están arriba peleando contra el guardián. – Caviló Landon.
-Eres un estúpido, Landon Donovan. ¿No escuchaste todo lo que Mitrae dijo? Cada vez que uno de nosotros tome una acción que sea una definición, seremos llevados a otro plano de existencia a arreglar nuestros asuntos. Mátame y saldrás de aquí.
-No. – Landon lo levantó del aba y lo hizo parar en la arena. Marak no se resistió. – Que demonios te pasa? Cuando peleamos en el Gomerghast casi friegas el piso con mi cara.
-Los dioses me juzgaron indigno.
-¿Justo ahora? Cuando masacraste a los misioneros de Altalion en Sifnidga no dijeron nada?
-Zazoah el destructor guiaba mi mano, y si el padre Allamud no intervenía, que podían hacer los otros dioses. Ellos me hablaban en mi cabeza, antes. Solo yo podía oírlos.
-Estás loco, hijo. – Landon lo mantuvo con el caño de la Dragonosa en la espalda. – ¿Alguna idea de donde estamos?
-Parece el Goan. El wadi, posiblemente. ¿Que importa? Mátame y estarás libre.
-No, esto parece una de esas ridículas pruebas éticas en las que los dioses aman poner a nosotros los mortales.
-Los dioses no operan así, realmente. Somos nosotros mismos los que nos ponemos en esos dilemas éticos. Los dioses carecen de ética.
-Lo sé, bien que lo sé. Son unos malditos bastardos allá arriba. De todas maneras, tenemos que encontrar un camino de regreso. Alguna puerta, algo que nos dé una pista.
-¿Una puerta en el desierto? ¿Estas loco tu también?
-Me han pasado cosas más raras. Además, me he quedado sin planes. Camina.
-¿Hacia donde vamos?
-Hacia ningún lado, solo camina.

No encontraron ninguna puerta. Cayo la noche, y encontraron, sin embargo, unas formaciones rocosas y arbustos verdes. Landon se las arregló para encender un fuego con ellas, con un poco de magia. Luego se puso a revisar su deshilachado cuaderno donde guardaba sus conjuros más prácticos. Marak guardó silencio todo el tiempo, mirando el fuego.
Landon terminó de leer y cerró el libro.
-Algo raro sucede- comentó- No tengo hambre.
-Ni sed. Esta simulación apesta.
-Parece bastante real.
-No, apuesto que realmente nuestro tiempo biológico fluye más lento. Allamud hace eso, en aquellos que se acercan demasiado a su castillo por segunda vez. Hace que el tiempo fluya más lento, así que tardas años en un solo día.
-Asi que nadie puede visitar dos veces el castillo de Allamud?
-No – Marak lo miró con odio, y luego bajó la mirada. – Mi padre lo intentó y falló.
- ¿No hay excepciones para los heraldos de los dioses.
-No. Mi padre verdadero, me refiero.
Hubo un largo silencio. Landon aceitó a la dragonosa, Marak solo miraba el fuego.
-No sé mucho de tu historia, solo que Grana me conto en alguna ocasión cuando rescatamos a Lamuel. Entiendo que Lamuel y tu madre estuvieron casados y tuvieron tres hijos, verdad? Luego se separaron y naciste tú, hijo de Eli y Sif?
-Eso fue lo que crei. Pero no es cierto. Soy tan hijo de Lamuel como Bayeia o Dirandis, mis verdaderos hermanos.
-Mírate la cara, Marak. Tienes la nariz de un goano.
-Como sabes que no es la nariz de un Invothak?
-En cualquier caso, como lo sabes?
Silencio.
-Casandra. Cuando peleábamos en la nave, recuerdas?
-Cuando hice pedazos el Gomernghast?
-No fuiste tu, fueron tus armas.
-Si, pobrecitas. ¿Que hizo Casandra?
-Entró en mi mente. No era un lugar agradable antes, supongo. Yo estaba concentrado entonces, asi que dejé que los dioses la atacaran. Se las arregló para luchar contra los nueve ella sola.
-Es una mujer increíble.
-Empezó a escarbar mi mente, mis recuerdos. Sabes, ahora recuerdo de todo mucho mejor. Yo estaba demente, tenía cosas en mi cabeza que hacían lo que querían. Creo que era yo, todos ellos.
Landon gruñó.
-Algo encontró, que hizo que los dioses se disolvieran. Creo que ella no sabía lo que encontró, debe de haber estado apurada usando cada recuerdo doloroso para ver si me noqueaba con angustia. Algo encontró que hizo que los dioses se disolvieran y huyeran espantandos.
-¿Qué Lamuel era tu padre?
-Supongo que si. Eso era. No lo sabia apenas terminamos la pelea, pero desde entonces he estado pensando. Es raro, me siento muy diferente.
-Lo sabias?
-No, fue una sospecha, cientos de pequeños incidentes, que yo iba reprimiendo. Solo hable con Lamuel una vez, y su mirada era tan angustiada al verme. Fue en el funeral secreto de Bayeia. Los dioses me dijeron que Lamuel me temía, pero en realidad estaba angustiado de que yo no le creyera la verdad. Me lo dijo, en su enrevesada manera de hablar. Yo lo ataque con fuego y rayos. Sobrevivió, por supuesto, y poco después se infiltro y mató a mi madre.
-Realmente no me gustaría pertenecer a tu familia, hijo.
- Me sentí culpable de haberlo dejado vivo. Pero también aliviado, porque mi madre era… no teníamos la mejor relación. Y su muerte me convertía en el Mesias de Goan, no más regencia.
-Cuantos años tenías entonces?
-Yo? Doce años, trece?
-Barriste el suelo con el culo de Lamuel a los trece años?
-No presentó demasiada resistencia.
-Hijo, yo apenas tendía mi cama a los trece.
-Hemos sido educados de otra manera.

Paso mucho tiempo, pero ninguno sentía sueño ni había más que decir. Marak parecía nervioso; era obvio que estaba poniéndose al día con su mente. Landon descubrió que podía fijar los conjuros en su mente sin dormir, es este extraño reino.
Cuando salió el sol, Marak se levantó, se acercó y extendió la mano.
-Landon Donovan, devuélvame mi daga.
-Que pasa hijo?
-Vamos a terminar este duelo.
-¿De que hablas, hijo? No tienes tus poderes sacerdotales y yo tengo una pistola y mis conjuros. No vas a durar ni un minuto.
-Esa no es razón para detener el duelo. Terminémoslo.
-No voy a matarte a sangre fría, hijo.
-No, claro que no, será en defensa propia.
-No eres una amenaza.
-Que va a hacer, Landon, quedarse aquí sentando el resto de la eternidad? Este lugar no existe, es un campo de batalla y se terminara cuando el duelo termine. Deme la daga y terminemos esto.
Landon se encogió de hombros y le entrego la daga. Marak retrocedió unos pasos e hizo una reverencia. Landon continúo sentado.
-Hijo esto es ridículo. No estás en buen uso de tus facultades mentales.
-Soy uno por fin, Landon – Marak sonreía –Soy yo por primera vez, y te aseguro que estas en buen uso de mis facultades. Este será mi primer y verdadero acto consiente. Vas a quitarme el derecho de morir como un valiente.
-Pseee. – Landon se paro- Sabes que todo el problema es que ahora crees que no eres el hijo de Eli y por lo tanto no te consideras digno? Que los dioses no te quitaron su favor sino que tu de alguna manera renunciaste a eso?
-Sí, y que se pudran. Ya no quiero su poder. Ahora me doy cuenta que siempre quise ser un derviche. En guardia, Landon Donovan, usted ser mi primera víctima.
Landon vio al joven correr hacia el, la daga lista, el instinto asesino en sus ojos, y no le quedó otra opción que abrir fuego. El disparo se desvió y pego en el pecho; Marak trastabillo y cayó al suelo a sus pies.
-Maldición, maldición, maldición. Esto es ridículo. Marak, estás bien?.
Alcanzó a ver la sonrisa y los ojos vidriosos del hijo de Lamuel, y luego todo se disolvió en penumbra.

viernes, febrero 25, 2011

XXXIV:Mors tantum pro certo habet victoriam ut primas nobis tribuit aetatem

Armand continuo su movimiento y se estrello contra una pared. Era mampostería fina y la atravesó fácilmente, antes de darse cuenta de que podía frenar. Afuera, se detuvo en el aire.
Estaba en Tera. Las casas bajas, el Coloso de Tera a lo lejos. Mas puntualmente, la Calle del Carnero, en el barrio de la Vanguardia.
Mas interesante aun, era Tera veinte años atrás. El triunvirato había adoquinado esta calle hacia tiempo ya. La gente que pasaba por la vereda tenias chaqués, camisas de manga ancha, pelucas blancas y botas. Hoy en dia, preferian levitas, sacos, sombreros de copa y zapatones.
-No es real.
Armand se volteo. Parada en la terraza, Fleur lo miraba.
-Mira la gente. No nos miran. Somos invisibles para ellos. Esto es una ilusión.
-Fleur. -Se obligo a tranquilizarse. No podia atacar a una oponente tan serena.
Fleur realmente disfrutaba del paisaje y la fresca brisa de su ciudad natal.
-¿Crees que estemos aqui por mi? ¿Sera una representación de mi infancia?
-No lo se. Lamuel me dijo que al llegar aqui entraban en salones que se adaptaban a los recuerdos de las personas. Como los iludecks uleanicos. - Armand sintió que su furia se disipaba rápidamente.
-A mi me dijo que eran escenarios de Duelos. -Le sonrió a su antiguo amante. -¿Tenemos que luchar?
-Si. Vamos a luchar.
-Excelente.- La excitación le hacia brillar los ojos. -Hace tiempo que me preparo para este momento.
Esa sed de pelea le pareció a Armand tan digna de un karmigero. Pero el nunca la habia sentido. Aunque los años lo habían hecho duro y despiadado, no había sentido nunca el ansia de pelea física que estaba en todos sus colegas.
Sabia que en una pelea cuerpo a cuerpo, Fleur no seria un oponente. Pero aun así la estudió. Sus abuelos maternos habían sido compañeros de Landon, y según él, habían sido ambos excelentes espadachines. Su madre también era una espadachín excepcional, aunque en sus últimos años había abandonado la espada por el trabajo del político.
Fleur por consiguiente había nacido en una casa de una espadachina con mas riquezas que nadie en Kalan. Rabia aprendido de los mejores, incluso el viejo Barrabas, maestro de su madre, y del elfo Thyssias, maestro de su abuelo Courier. Su arma, Executrix, había sido encantada especialmente para su estilo de pelea por el mismo Maedrios, reencarnacion de Mandramas. Su semicoraza de esgrima había sido forjada especialmente por los Tres Forjadores, e incorporaba el mejor acero enano, la mas fina filigrana elfica y la mas poderosa fe goana.
Y su estilo... Fleur había derrotado ante sus ojos a uno de los peones de Charizar, un dragon dorado tan viejo como la misma ciudad de Tera. Pocos ataques de precisión bastaron, y el dragón se habia estrellado contra el suelo y no se levanto. No estaba muerto, claro. Fleur no mataba si podía hacer durar mas la pelea. Esa vez, Armand no le presto atención a la hazaña. Estaba acostumbrado a ver a sus amigos derrotar a los peores monstruos expeditivamente. Pero ciertamente, un dragón dorado anciano era mas de lo que un guerrero humano, por mas artillado y entrenado, pueda manejar solo.
Y al ver la seguridad con la que Fleur desenvainaba a la Executrix y la calma en sus ojos, se pregunto si no había subestimado a su antigua amante.
Claro que podría ser un bluff. Fleur era excelente en ello.
-¿Porque hiciste esto?
-¿Te refieres a armar un equipo de nuestros mayores enemigos individuales con vida, traerlos secretamente a la nave y dejar que se enfrenten mientras yo me apresuraba en llegar aquí antes que todos y convertirme sola en el nuevo Destino?
-Si.
-¿No es un poco cliché que el villano haga su exposición antes de la batalla final con el protagonista?
-No eres un villano. Enor es un villano. Metatron es un villano. Tu solo eres un peón.
-Gracias, yo también te aprecio, amor mio. Mientes muy mal. De todas maneras, Enor esta fuera de la competencia. Fuiste tu?
-Yo?
-¿Lo mataste?
-No. No se que sucedió con el. Hubo una explosión y desapareció.
-Ah, debe haber usado las botas de siete leguas. Debe estar por aqui, escondido en algun lado, buscando su momento para destruirnos. El hace esa cosas, sabes.
-Si. No fui yo. Tharloff lo enfrentó. Yo fui a buscar a refuerzos.
-¿No me digas que Enor te asustó, Armand? A ti, el poderoso Karmigero? Siempre supe que Tharloff tendría las pelotas que a ti te faltan.
Armand se encogió de hombros.
-Lo hizo bien, y casi pierde. Enor mató a Hitamo.
-Hitamo? Pobre gordo.
Un silencio. Armand seguia flotando en el aire, mientras que Fleur elongaba pisando el borde de la terraza. Unos cuervos pasaron croando y casi se estrellan contra Armand, como si no pudieran verlo.
-¿Porque hiciste esto, Fleur?
-Ah. No seas molesto, Armand. No voy a explicarte porque hago las cosas. Me dieron ganas. Queria reescribir la historia conmigo adelante. Porque convertirse en dios si puedes ir a algo mas grande?
-Podrias haberlo hecho sin tanta desidia. Ibas a venir aquí, y tendrias tanto derecho como cualquiera de ser el destino.
-Ah. Claro. Por lo menos tu y Hitamo estaban desesperados por ser el destino. Landon también, aunque a su manera, y no iba a oponerse abiertamente. Zeldon, el viejo Rusp, Tharloff, Casandra, Grana, a ellos les importaba un pepino. Solo vinieron por acompañarlos. Esto iba a terminar pasando, este duelo entre nosotros, solo que fue mas divertido y trajimos mas gente al juego. Ya basta. Quieres pelear o me tengo que subir encima como cuando eramos novios?
Armand se convirtió en un megaordomante (casi sin cambios de aspecto porque aborrecía esos detalles) y cargó. Fleur esquivó el puñetazo de Armand pero no su rodillazo y el golpe de reves subsiguiente. La armadura hizo su trabajo pero ella salio disparada al vació. Se frenó en el aire; pequeños alerones salieron de sus botas y voló hacia adelante, estoque en diestra. Armand desvió la hoja hacia arriba y de un rápido cuchillazo de karma la degolló.
Fleur cayó de rodillas, la mano en la garganta frenando la hemorragia. Pero repentinamente levantó su hoja en un angulo imposible de parar; esta penetró en el abdomen del horrorizado Armand y se detuvo al chocar con los homoplatos por dentro de su cuerpo. La espada entró en fase y despedazó sus costillas al emerger vibrante del pecho del karmigero.
Armand retrocedió y curo sus heridas con su karma. Fleur hizo lo propio con una estampita sagrada.
-Round tres - jadeó Fleur, y saltó hacia su enemigo, una segunda espada en la izquierda. Era una hoja arcoiris, que desplegaba múltiples rociadas prismaticas en cada mandoble.
Armand paró las dos hojas; Fleur giró sobre si misma y le clavó ambos tacos estilete en los hombros; luego rotaron ambos y la cabeza del karmigero se incrustó en la terraza. Este se hundió velozmente a traves del suelo, estrellando a Fleur contra el piso. Ella se volteó a tiempo para evitar una onda de corte que surgió del piso hacia arriba, seguida luego de Armand con un uppercut volador. Fleur lo atacó con ambas hojas nuevamente, y las giró en el aire esquivando las manos en guardia del karmigero y clavó cada hoja en un pie. Armand le atacó con múltiples puñetazos por todo el cuerpo; terminando en un uppercut del céfiro que la lanzó por los aires.
Fleur aterrizó a pocos metros del río, sobre el puerto. La gente se alejó rápidamente, pero sin mirar el cuerpo de la espadachina, que se puso de pie con elegancia y saltó lejos. Armand, usando una carga voladora en picada, se incrusto en el suelo a pocos centímetros, haciendo pedazos el muelle y deslizándose por el agua del río unos metros. Fleur agitó su espada arcoiris y llenó el rio de destructores destellos multicolores. Armand los esquivó con supina elegancia y se desplazó hasta su enemiga; con un solo dedo y un gesto de desdén golpeó la hoja colorida y esta se partió en astillas y voló por el aire. Fleur le propinó un mandoble descendente sobre el brazo izquierdo que casi lo corta en dos; Armand retrocedió y ejecutó una patada giratoria sobre el pecho de Fleur y la arrojó sobre un roble en el parque de los afectos perdidos.
Fleur aterrizó clavando sus tacos en la madera, y se escondió en el follaje. Armand disparó una ráfaga de bolas de energía azuladas que congelaron las hojas del árbol y las redujeron a astillas. Fleur ya no estaba allí. El karmigero atisbó el aire, buscando el rastro de karma y repentinamente sintió la hoja del estoque hundirse en su estomago; la tomó con la mano sana y y cabezeó el aire con fuerza; hubo un sonido metálico y Fleur se volvió visible, desarmada y retrocedió. Armand se quitó el estoque del estomago, lo arrojó al rio y atacó con un puñetazo helado; Fleur adelantó su mano enguantada, se arrojo al piso y piso el pecho de su antiguo amante, aprovechando su propia inercia para rodar ambos por el suelo. Armand se encontró boca arriba, con Fleur encima suyo, y un enorme estilete apoyado sobre el punto de su corazón que, según el antiguo sistema de acupuntura queuriana, controla todo el flujo del karma. En vez de asestar el golpe definitivo, Fleur le sonrió y lo besó con furia, mordiendole los labios. Armand se recuperó de la sorpresa y activó la velocidad de la oscuridad.
Moviéndose con la parsimonia que implica tener tu cuerpo acelerado a una velocidad relativista, tomó con delicadeza el estilete, que se partió por el impacto. Se levantó levemente, apoyando su pecho contra el peto de Fleur, que lentamente (para su percepción) salió disparada hacia arriba. Durante cinco minutos para su percepción, Armand reposó, curó la herida de su brazo, y luego lentamente se levantó. Fleur aun no había aterrizado. Armand voló sobre las aguas del río, encontró el estoque Ejecutrix que acaba de arrojar ahí, la levantó lentamente con su telekinesis de combate, y lo arrojó con toda su fuerza hacia el vació, en una curva adecuada para salir del planeta. Luego, vio que Fleur empezaba a aterrizar en la calle del Trianón, despedazando una carroza y sus ocupantes. Espero que las esquirlas se dispersen, se acercó caminando para ahorrar mana, desplegó su espada de karma, y la apoyó contra la garganta de la espadachina. Apago su velocidad de la oscuridad.
-Uau, eso fue bueno.
-Esta pelea ha terminado, Fleur. Rindete.
-Armand, amor, esa no es la forma de tratar una dama. Si eres tan fuerte y habilidoso, porque me amenazas a mi, un oponente caído y desarmado? - levanto las manos para evidenciar su estado desarmado.
-Tu acabas de hacerlo.
-No, te derribé en el proceso, y tu nunca estas desarmado. La velocidad de la oscuridad es una ventaja que no puedo igualar, y no hay nada que pueda hacer sin mis armas. Dejame que me levante.
Armand retrocedió. Sentía una furia creciente hacia ella, pero también una cierta desidia.
-Mi espalda me duele horrores. Suerte que tenia una armadura increíble, eso podría haber matado a cualquiera. De hecho, mira, mataste unos inocentes usando mi cuerpo como bala de mortero.
-No son reales.
-Lo se. Lo se. Dime, no te duele la cabeza?
Armand no respondió.
-Yo que tu, no usaría la velocidad de la oscuridad nuevamente.
Armand permaneció silencioso.
-Armand, cariñito, tenemos que hablar. Hay una cosa que te tengo que contar. Hace un tiempo, que yo y Tharloff... no, no, bromeo. Que cara que pusiste. En realidad fue con Enor. No, no, no eso. Dioses, como puedes creer que ese enano fisicoculturista... solo somos amigos. O aliados. Interesados en, digamos, tener recursos, métodos disuasivos contra gente como tu. Los magos, son fuertes, tu sabes, pero débiles fisicamente. Un buen asesino o un virote o un veneno. Punto. Pero ustedes, karmigeros... Son tan demasiado fuertes, y tan malos con las relaciones publicas. Basicamente desafían a todo el mundo para convertirse en blanco de su odio. Como quieres que no terminemos haciendo pogroms con sus familiares. Es natural.
Armand la miraba, aun en silencio. Fleur tomo un trago de poción curativa.
-En fin. Yo no estoy interesada en exterminarlos, de todas maneras. Son útiles. Eso se lo dejo a Enor. Yo, mas bien, queria guarnecerme. Aunque ustedes no lo crean, un guerrero bien entrenado, con un buen presupuesto en armamento mágico, es igual en peligrosidad en combate mano a mano con un karmigero. No, no te rias. Es en serio. Yo soy tu igual, Armand, puedo pelear contra ti de igual a igual y hasta matarte si tengo un poco de suerte. Bueno, a ti no, ya lo se, eres un singular inmortal, la la la. Pero te puedo derrotar. Solo tienes un arma contra la que no puedo ganar. No, no me refiero a eso. (risita). Hablo de tu querida, amada, adorada velocidad de la oscuridad. Enor descubrió que la Terminal tenia algunos usos alternativos interesantes, no se si lo experimentaste. Creo que el hecho de que hayas huido, tiene algo que ver, no?
Silencio.
-No importa. Te comieron la lengua los ratones, amor? No importa, era una figura retorica. Yo tuve que preparar algunas medidas extremas para evitar este problema. Encontré un enfoque interesante, una de las múltiples lineas de investigación que Enor desarrollaba. Sabias que tenia un asteroide secreto provisto por Starscream donde tenia cientos de sabios de todos los paises de Kraad desarrollado armas y métodos antikarmigeros? Uno de ellos, un somassin creo, diseño un veneno muy interesante. Es una neurotoxina, afecta los procesos cerebrales. Lo curioso es que es muy sutil, ustedes los karmigeros tienen maneras de percibir esas cosas, pero como no afecta nada nocivo hasta llegar al cerebro... Y según me aseguro el enano, es capaz de acabar incluso con la habilidad regenerativa de ustedes los ilustres Brankaster. Pero lo mas interesante es que la arremetida del veneno funciona especialmente rápido dado que es relativa a los procesos metabolicos de ustedes. Sabes que significa esto?
-No.
-Ehh, pense que te había hecho efecto y te había pegado por el lado del enmudecimiento. Significa, Armand, amor, que cuando usas la velocidad de la oscuridad, la velocidad de la luz o la velocidad de la sombrita de la playa, el veneno sigue activo, sigue afectandote. Para vos pasa una hora, para mi un milisegundo, y el veneno esta alli, comiendote la cabeza. No se a que me recuerda.
-Tu estoque estaba envenenado?
-No. Eso seria una solución eficiente. Pero no elegante. ¿Quieres saber donde esta el veneno?
-No estoy envenenado.
-Oh, lo estás, puedes apostar tu usado trasero xenoriano que lo estás. Enor me dio la formula del veneno, y sugirió un estoque envenenado, igual que tu. Nah, demasiado fácil. No, yo aposté a un método mas amplio. Pensé en un perfume. Pero el veneno no se asimilaba bien por los pulmones. Encontré que un sacerdote amigo y un pequeño pacto con un dios malvado, podián darme la habilidad de ser temporalmente cianuriana. Solo que en vez del exagerado, casi inmediato veneno cianuriano, tome este pequeño veneno sutil que me dio Enor.
-Cianuriana...
-Aha. Todos mis fluidos corporales son venenosos ahora. El sudor evaporado sirve como veneno, pero no es suficiente para una dosis respetable. Mi sangre en tu cuerpo es bastante mas eficiente. Los puñetazos sobre mi piel sudada hubieran sido deseables; lastima que usas esos ridiculos cuchillos de karma o las patadas; y que tenia que usar esta armadura para mantenerme viva. Deje mi cuello expuesto para ver si usabas una presa de extrangulación, pero usaste en vez el cuchillo de karma para degollarme. Igual, te salpique bastante sangre. ¿Y sabes cual de todos los fluidos corporales de un cianuriano es el mas toxico? La saliva.
La siguiente estocada de Fleur tomo por sorpresa a Armand, mas al ver que la hacia con un estoque idéntico al Executrix que acaba de lanzar fuera del planeta. Levanto la mano para parar el ataque. Fleur no redirigió el estoque; en vez atravesó el fuerte campo karmico protector, la palma, las falanges, el deltoide, el humero, las costillas y el pulmón.
Era un ataque perfecto y atravesó el punto del karma antes mencionado. Armand irradió por reflejo y Fleur salió disparada hacia atras, atravesando la pared de una taberna que acto seguido se derrumbó. El karmigero miraba su sangre y su karma escapandose a borbotones y cayó de rodillas, manoteando su cinturón buscando sus miyikos. Fleur se teleportó a su lado y con un gesto casual cortó con la punta del estoque la bolsita de las esferas karmicas, y las pateó lejos.
Armand entró en la velocidad de la oscuridad.
Fleur a su lado estaba subjetivamente paralizada. Toda su visión estaba apagada; lo normal cuando se usa la velocidad de la oscuridad dado que la luz no llega a los ojos a velocidad suficiente para formar imágenes. Por suerte, la percepción del karma no resulta afectada. Apenas le quedaba energía para un ultimo ataque, imparable a esta velocidad; ignoro las consecuencias y apuntó una carga mortal a un paso, contra Fleur. La velocidad de la oscuridad se apagó sola un instante antes de conectar pero la inercia de su puño era tal que era imparable. Su mano despedazó la armadura y penetró en la carne y no se detuvo hasta salir por el otro lado. Armand no retiro el brazo y la dejó agonizar a su lado colgando, sin mirar su rostro. Fue breve.
-Fue un buen bluff, Fleur. Casi me lo creo.
Tera se disolvió a su alrededor, como dándole la razón. En su lugar, una infinita planicie gris y chata. Busco la bolsa de los miyikos con la vista, ya que estaba totalmente exhausto de karma. Nada, quizás se había disuelto con el cambio de entorno. Una oleada de angustia lo inundó. Sin karma estaba totalmente indefenso para luchar contra el próximo enemigo. Había sido una victoria demasiado costosa.
Entonces sintió la primera, intensisima punzada en la nuca. El veneno era rápido, así que nunca llego a sentir la segunda.

domingo, febrero 06, 2011

XXXIII:Aequat omnis cinis

Garlond recupero la conciencia envuelto en una bruma de dolor. La cabeza le retumbaba horriblemente. Sentía sangre manar en su boca, y un gran dolor en las costillas. Su brazo izquierdo estaba anestesiado, y le ardía rabiosamente. Estaba boca abajo, y al abrir los ojos vio el empedrado.
Estaba oscuro, pero había algo de luz proveniente de un farol cercano. Intento levantarse. Sintió, por un lazo empatico que no podia ser cortado, la cercana presencia de Pietra.
-Pietra, estas bien?
Pietra balbuceó. No había aun despertado.
Garlond se maravillo de estar vivo. Lo ultimo que recordaba es haber usado una trampa contra Zeldon. Habia bajado todas sus defensas ectomorficas, el campo de existencia que separaba cada fantasma del mar de transconciencia que forma el plano etereo, la condensación de todas los despojos de las almas del plano material primario. Cuando Zeldon lo atacó en su forma eterea, se precipito sobre el, fusionándose brevemente en un par de almas en dispersión; y al hacerlo ambos perdieron el control de su forma eterea, y se precipitaron, en un remolino etéreo, al plano de los fantasmas.
-Amor, donde estamos
-No lo se. Deberíamos estar en el plano etéreo. Creo que estamos en una ciudad de algun tipo.
-¿Esto es Kraad?
Las casas cercanas eran de una arquitectura barata, un barrio bajo o residencial. Las casas eran de ladrillo, revocadas en gris.
-No. Estamos en el Erial Gris. -dijo una figura que se acercaba. Era un hombre alto, apuesto, de pelo rubio muy claro. Garlond tomo el pomo de su espada y se puso en guardia instintivamente porque la figura llevaba una espada. Pietra lo reconoció:
-¿Zeldon Naer?
-Si. Eso creo, madame.
Garlond sacudió la cabeza, incrédulo.
-¿El Erial Gris? Porque estamos vivos, tu y yo?
-No estamos vivos. Somos almas, en un plano exterior tenemos forma esencial, solida.
-Oh.
-Lord Naer, porque crees que esto es el erial gris? -pregunto Pietra- No se parece al Erial gris del que me han hablado.
-Ni yo. Pero lo siento en alguna parte de mi cuerpo.
-Es el Erial Gris. Pero luce como Sigil- admitió Garlond. - Yo también siento que no pertenezco aquí, siento el ímpetu de buscar mi propio camino a Arvandor. Es hacia allá - señalo unas callejas oscuras.
-No se supone que deberíamos sentir que el plano adsorbe todas nuestra felicidad y dicha y nos convierte en larvas demoniacas? - inquirió Pietra.
-No lo se, amor. Tampoco he estado aquí antes. ¿Zeldon?
-No. Los fantasmas rara vez cruzamos el mar del éter. La renuncia a los planos exteriores es irrevocable.
-Lord Naer, siempre quise preguntarle, porque cuando Metatron destruyó el Corazón de Hierro, porque siguió siendo un Fantasma? No debería haberse muerto definitivamente?
-No lo se, madame. Supongo que tanto tiempo luchando para evitar su tentación tuvieron su fruto. Los planos exteriores ya perdieron el interés para mi. Me resigne a ser un fantasma, apenas recuerdo haber sido un hombre como todos.
-No es tan difícil, amor. Aunque es difícil describirlo con palabras. Los idiomas de los vivos no han sido diseñados para expresar los sentimientos de los muertos.
-No digas eso, Garlond.
Caminaron un tiempo indefinido. Pietra empezó a sentir que el tiempo pasaba de una manera diferente. Sintió que habían caminado semanas en silencio, o quizás solo fueron unos minutos. Una incomoda sensación la empezó a invadir.
-Estoy empezando a sentir los efectos del plano, me parece.
-Si, también yo - admitió Zeldon.
-Busquemos refugio. Recuerdo haber leido que los efectos del plano se atenúan bajo techo, y ante la presencia de otras almas.
-Ese lugar parece adecuado.
El lugar era una taberna barata, como las que abundan en todas las ciudades de Kraad. Zeldon paso primero e inspeccionó. La taberna estaba repleta pero los parroquianos parecían tranquilos. Los tres viajeros pasaron. La incomodidad de Pietra cedió rápidamente y suspiro aliviada.
No había mesas desocupadas ni había asientos en la barra. Se quedaron en un rincón, esperando que se desocupe alguna. Garlond noto que un hombre encapuchado lo miraba, sentado solo en una mesa.
-Pietra, el hombre de la mesa contra la chimenea…
Pietra miro sin ver. Su percepción no podía ser engañada por ropajes o distancias.
-Es un drow. Flaco, no muy agraciado. Debe tener nuestra edad. Te esta mirando con mucho interés. Creo que te ha reconocido.
-Si. Yo a el tambien.
Garlond se adelanto, y camino hasta el drow. Sin apartar su mirada de sus ojos miel que relumbraban debajo de la capucha, tomo un taburete y se sentó a su lado.
-Hermano.
-Hermano. Han pasado muchos años, allá abajo y aquí arriba.
-Iluvatar nos ha reunido, por lo visto.
-Iluvatar no existe, hermano. Esta muerto. Vienen contigo esos viajeros? Llamalos, compartamos una comida.
Garlond llamo a sus compañeros con un gesto. Zeldon y Pietra se sentaron, reluctantes.
-El es mi hermano. Medio hermano. Su nombre es Menelgroth Valdarien. Sirve a la Diosa.
Pietra saludo con una inclinación de cabeza. Zeldon sonrió desafiante.
-El humano es Lord Zeldon Naer, de Xenoria. Es mas viejo que nosotros, pero lleva un par de siglos como fantasma.
Menelgroth lo miro con interés.
-Ella es mi esposa, Pietra del Silmarilion.
-Un placer conocer a mi cuñada. Eres un elfo afortunado, hermano.
-Asi es. No sabes cuanto.
-Veo lazos de empatia con ambos, sois compañeros de aventuras.
-No. Solo con Pietra- Garlond parecía avergonzado- Con Lord Naer eramos enemigos. O algo asi. En realidad nosotros fingíamos ser sus enemigos, y por su parte, el nos ataco controlado.
Zeldon frunció el seño.
-Los fantasmas somos vulnerables a ciertos sacerdotes…
Menelgroth gruño en aprovación y bebió un trago.
-Creo que el lazo de empatía se debe a que estuvimos peleando como fantasmas, ambos, y abrí mi defensas ectoplasmicas.
-Asunto peligroso. Se podrían haber fusionado.
-Solo en parte. Tengo… algunos de sus recuerdos en mi cabeza ahora. - admitió Garlond.
-Eso lo explica, Garlond. Me sentía extraño, esto lo explica todo…
-Le pido disculpas, Lord Naer, no tenia otro remedio. Usted iba a asesinarnos, tanto a mi como a Pietra, era la única manera.
-Has hecho bien, Garlond. Yo fui débil y fui dominado. No se repetirá.
-Que los trae al erial gris? No vinieron a quedarse, me parece.-Menelgroth escupió.
-No estoy seguro. Nos fusionamos parcialmente, e intente arrastralo al plano etéreo. y de pronto estuvimos aqui.
-Raro. Equivocaste la dirección?
-Que si cruzamos el plano astral y llegamos aquí, en vez del etéreo? Como podría eso ser posible?
-No lo se. Donde estaban cuando intentaste ese truco?
-Afuera de todo. En el sobreplano. Llegando a la rosa del destino.
Menelgroth lo miro con cara de desagrado
-Alli? Como llegaron?
-Teníamos una nave spelljammer, que se desplazaba por los planos, físicamente, tu sabes…
-Eso lo explica - Menelgroth se encogio de hombros. -Estabas afuera, querías entrar adentro, debes haber perdido el control en la mitad del camino y caíste aqui.
-Señor Menelgroth, puedo hacerle una pregunta?
-Las que desee, milady.
-¿Esto es el erial gris?¿Porque es una ciudad ahora?
-Ah. Bueno. Ya no se llama así. Es Hadeshtown, ahora. No es mas un erial. Es por la muerte del Destino.
-¿Que?
-Hermano, deberías saberlo. Los dioses están perdiendo su identidad, y eso es fatal para un dios. Sin un Destino, el principio del sentido de las historias se desvanece. Los dioses pierden toda teleologia y sus filosofías se vuelven una. En cuanto a los planos… bueno, nos estamos urbanizando. Sigil se expande. Los planos exteriores ahora son los barrios exteriores. Nos diversificamos. Tengo un slaadi de compañero y un tanar'ri en mi equipo.
-Eso es desagradable- admitió Zeldon, irónico.
-No tanto. Verán, llevo noventa y dos años en este negocio, pero apenas recuerdo como era antes… Debe ser esta porquería que bebo. No, en realidad es que los cambios son retroactivos.
-¿Retroactivos?
-Ustedes eran parte de esa expedición para reemplazar al Destino, verdad?
-Asi es- confesó Pietra.
-Aqui se corrieron muchos rumores. Baramir, un viejo conocido, me contó los detalles. No va a funcionar.
-Que no va a funcionar?
-Reemplazar al destino. O sea… -chasqueo la lengua- no lo van a lograr. El viejo se suicido, y se aseguro que nadie lo reemplace. O sea, el hecho de que te mueras no quiere decir que lo que has definido no quede en vigencia, si eres un Eterno.
-El Destino creo alguna regla para impedir ser reemplazado?
-Bueno. Aqui se dice eso. Por eso fallo la expedición de los Diez, hace sesenta años. Veras, aquí dicen que aunque el destino murió, de alguna manera las cosas que puso en marcha siguen en pie. Determinismo residual… pero se va disolviendo de a poco. Por eso el universo no se colapso ante su muerte. Al principio todo iba mas o menos igual, pero no podemos recordarlo, porque los cambios en algo tan importante como eso, son retroactivos.
-O sea, el universo no solo se esta muriendo, sino que cuando termine de morir nunca habrá estado vivo. - aporto Pietra.
-Aqui en los planos estamos experimentando eso, el pasado se reescribe continuamente, solo que no lo percibimos totalmente. Es como una sensación de despertarse cada dia en un mundo alternativo ligeramente diferente, pero tras haber soñado con el anterior. Bueno, la mayor parte de los extraplanares no duermen, pero yo conservo el habito.
-Hermano, dices que todos los cambios son retroactivos? Entonces, si alguno de nuestros amigos logran entronizarse.
-Kaboon. Este universo desaparece.
-Ah - Garlond palideció. - Y vamos a morir todos.
-No, claro que no. Puede que simplemente nunca hayamos existido. Mucho mejor.
-No soy un mago, no entiendo como puede pasar eso - Admitio Naer, molesto.
-Ah. Que es existir, Zeldon? No se puede definir. O existes o no existes. -
-Quien sabe, Xenoriano. Quizás este multiverso siga existiendo y el nuevo multiverso sea paralelo. En cualquier caso estamos fregados.
O el mundo se muere por decadencia multiversal.
-O uno de nuestros amigos se entroniza como un destino y destruye el multiverso y lo reemplaza por uno nuevo.
-O quizás nos quedamos en este mundo, sin saber nunca que paso.
-Bueno, eso no me parece tan malo - admitió Naer. -Dígame, Arcadia también esta urbanizada.
-Oh, por zonas. Las montañas me dijeron que aun son bastante agrestes.
-Creo que voy a partir para alli. Me parece que ha llegado la hora del descanso. Como debo seguir el camino?
-Hay un puerto allá fuera, a un par de bloques hacia el río. Tomate un ferry por el estigia, te dejara en Acheron.
-Nosotros… queremos volver a Kraad. Tenemos que reportarnos ante nuestro señor y darle las noticias.
-Estas muerto, hermano.
-Oh, no. Es decir, si, pero tengo facilidad para eso.
-Como quieras. Sigue hasta el túnel, encontraras algún portal por allí. Tomen estos salvoconductos. No van a tener problemas con el apunamiento gris, ni con los yugoloth. Son un poco impredecibles, saben.
-Gracias hermano. Espero que nos encontremos nuevamente.
-Si, tendríamos que reunirnos nuevamente.
Los tres se levantaron rumbo a la puerta.
-Hermano, Lord Naer, lady pietra.
Garlond se volteo a ver a su hermano.
-Gracias por haberlo intentado. Mejor suerte la próxima.
-Si es que la hay, Menelgroth. Si es que la hay.