Casandra abrió los ojos. Borrosamente, reconoció el rostro
de Tharloff.
-Tuviste suerte? -preguntó el Drakking.
-No. Creo que no. Armand y Pirotesh... -trató de decir, pero
solo salieron algunos balbuceos sin sentido.
-Estas muy débil- comentó Charizar. -Necesitas curarte. Creo
que te esforzaste demasiado.
-Puedes causarte daño en el cerebro sobreexigiendote tanto,
Cassy. Cerro los ojos, tomo la mano de Tharloff y sollozó suavemente.
Charizar la alzó en sus brazos, y caminaron por los
jardines. No tardaron en encontrar una pequeña cabaña deshabitada. Dejaron a
Casandra en el camastro. La mujer lloraba despacio, pero pronto se calmó y cerró
los ojos. Tharloff encendió el fuego en una chimenea. No hacia frio realmente,
pero le gustaba el fuego. A Charizar también, tal como lo recordaba.
-Chaz. Nos sentemos. Creo que permaneceremos un rato largo
aqui, y nos merecemos una charla.
Charizar se acomodó en una reposera desvencijada, que sin
embargo aguantó su peso. Su ala había sanado gracias a Casandra, pero aun la
movia con lentitud
-No tengo nada que contar, Tharlf. Las razones eran simples.
Venganza y Protección.
-Si, entiendo la parte de la venganza. Grana nunca me contó
los detalles.
-Yo tampoco voy a hacerlo.
-Vamos. Es historia vieja.
-Tharloff. Te respetó, casi el único humano que se merece
ese honor. Hemos peleado juntos, con Hitamo, con Valaureanna, contra Bolt,
contra el lich de Rugert d'Noir. Pero nunca voy a perdonarte que te hayas
asociado con esa dracocida.
-Vamos. Es la vida...
- Y no, no es una historia vieja- interrumpió Charizar- Veinte
años es muy poco tiempo, para nosotros. Los dragones recordamos. Pensamos
con la sangre. Esa enana saqueó nuestro
tesoro, mató a mis crias, mató a mi madre.
-Tu mataste a su maestra.
-Era mi obligación. Es la ley de los dragones. Mande a mi
hembra a detenerla, a capturarla viva. Fue un error.
-Tiamat sola contra Ulinisina? Si, claro que fue un error.
Charizar gruñó.
-No estaba sola.
-Si, claro, Koyras. Los paladines lo acabaron. Bueno, Yahoo,
porque Yahim no llegó a contar el cuento.
-¿Cual es el sentido de esta conversación, Tharloff? Grana
yace muerta en los restos del Gomerghast. Su alma será castigada en algún plano
infernal, como la mía cuando muera.
-No te faltó mucho en la caldera.
Hubo un largo silencio. Tharloff aprovecho para rebuscar en
una alacena bastante bien provista. ¿Quien puede comer aqui, se dijo? ¿Quien
vive en esta cabaña? No habia signos de lenguaje escrito, pero la forma de los
envases y el contenido -mijo, cerveza, charque, trigo- le recordaba a su
infancia en el pais drakking.
-¿Enor dijo que no fue nada personal, a que se refería?
-No lo sé. -respondió el dragón -Enor fue quien la mato.
Simplemente el golpe de gracia. Apareció de repente en la caldera, atravesando
la pared.
Tharloff escupió.
-O sea que fue mi culpa. Yo lo envié ahí con la patada del
pozo. Me olvide que no estábamos sobre tierra.
-Entonces me salvaste. Grana estaba punto de darme el golpe
final.
-Fue un escenario complicado- Admitió Tharloff. -Además, tú
me salvaste cuando Enor estaba a punto de matarme. Los slayers perdieron sus
dos figuras principales en esa pelea.
Charizar no dijo nada. Tharloff se sirvió cerveza en una
jarra de barro cocido y la tomó en silencio.
-Enor vive. -anunció Charizar.
-Lo sé. Lo saque afuera con el céfiro. eso no puede haberlo
matado. No le había hecho tanto daño.
-Puede haber usado las botas para teleportarse.
-Si, no me extrañaría que haya vuelto a Kraad. O que nos esté
esperando en el centro del Jardin, convertido en el nuevo Destino.
-No, no lo creo. El estuvo allí, esa vez. Magetrain, Amelia,
Enor, Kappa. Mataron al Destino, Tharl. Sabes lo que debe haber sido vivir eso?
Tharloff recordó el rostro de Enor, arrojando con desdén
Terminal Blade. "Yo mate al Destino, Ulurund".
-Porque? Porque inicio todo esto? Porque intentaron
detenernos?
Charizar se levanto, atontado. Casandra había sanado sus
heridas, pero eso era todo.
-Es complicado. Yo actué por venganza. Enor sabia como
manejarme, y mencionó a Grana. Fue suficiente para mí.
-¿Y ahora que lo tienes, estas satisfecho? - Tharloff estaba
irritado.
-No. Por primera vez en muchas décadas, Tharloff, no siento emoción
alguna. Este maldito lugar me está afectando.
Casandra dormía en el camastro, con una respiración suave y
rítmica
-Salgamos y dejemosla dormir. -comentó Charizar.
Afuera, Tharloff notó que el jardin, aunque no tenía ninguna
fuente de luz visible, parecía iluminado por un resplandor de luna,
monocromatico, que lo teñía todo de un estremecedor tono gris. Pero Charizar estaba
en lo correcto. En ese lugar había una paz extraña. Aunque esa no era la
palabra más apropiada. Era algo más bien similar a la resignación. Al silencio.
Al olvido.
Charizar extendió sus poderosas alas y volvió a su forma
dragonil. Aunque estaba curado, sus escamas todavía no se habian soldado. Tharloff
notó que su ojo derecho estaba reventando, aunque eso no era así en su forma
dracohumana.
-Vine por venganza -comenzó Charizar, mirando al cielo sin
estrellas- pero no había tomado realmente una postura. He visto la decadencia
de nuestra edad. Vaya que los dragones sabemos lo que es la decadencia. Alguna
vez formamos parte de los dioses mismos, hasta que nuestro orgullo fue
castigado. Hoy somos una pálida sombra de lo que fuimos. Pero toda la
decadencia se acelera cada dia que pasa. Y no es solo nosotros, Tharl. Hemos
visto el imperio queuriano surgir orgulloso, atravesar crisis, guerras civiles,
interregnos caóticos, pestes, invasiones orcas. Pero hoy solo es una sombra
humeante. Enor destruyó su espíritu.
-También Kalan, Goan, Xenoria - admitió Tharloff- Sus
espiritus estan quebrados. Goan ha perdido la fe gracias a Marak, Kalan es un
sitio lúgubre, gracias a Pirotess y sus dos compinches. Xenoria es un país
dividido, pobre, humeante, gracias a Enor y Ander Bolt.
-Has sufrido el gran invierno?
-Muy poco. He estado entrenando.
-Yo si. Nosotros no nos preocupamos por el frio, pensé. Pero las
tormentas, las inundaciones... los glaciares destruyeron varias cuevas, y todo
fue peor. Las grandes inundaciones en el desierto... mas de la mitad de los
dragones azules han perdido sus fortunas. Sabes lo que significa para un dragón
perder la fortuna? El castigo de los dioses es cruento, es una locura que
consume y te controla, y te quita todo pensamiento racional; eres pura furia,
pura codicia. Es extraño que piense esto ahora; allá abajo las cosas eran
diferentes.
Tharloff se quedó meditando, calculando cuanto karma podía
generar en la mejor de las condiciones.
-Enor sabía todo esto. Sabia a donde íbamos sin destino. Sabía
que el esplendor de su imperio era un espejismo, una excepción que confirmaba
la regla, un golpe a ciegas contra la entropía inexorable.
-Hablas como un filosofo últimamente. -Tharloff se estaba
poniendo de mal humor. Miro por la ventana de la cabaña hacia el camastro.
-Enor lo sabía. Sabía que era culpa de sus actos, de la
vacante de Moriae. ¿Y sabes qué? No le importó. Su convicción era más fuerte.
Enor, ahora lo entiendo, entendía que el Destino es una limitación a nuestra
libertad. El era un Eleutero, estaba libre de las ataduras del Destino, pero no
le interesaba su propio camino. Creo que quería no solo él ser Libre, sino que
todos nosotros lo fuéramos también.
-Que bondadoso.
-Sé que lo odias como yo odio a Grana. No importa. Enor
siempre obtuvo lo que se proponía. Hay algo que Enor me explicó, hace un
tiempo, en Tera. Cuando él nació, hubo una profecía de un tal Asinkroth, preveía
que cuatro subirían a combatir al Destino, que lo matarían, pero también que
uno lo reemplazaría. Y no fue así. Estaba profetizado que nunca habría un nuevo
Gran Thain, pero Enor lo consiguió. Y no fue por suerte. Cada una de sus
batallas la ganó por una necesidad histórica; por tener el ejercito mejor
entrenado, los soldados más fuertes, la mejor posición en el terreno, las
mejores armas.
Tharloff estudió las escamas del costado derecho a Tharloff,
y encontró lo que buscaba.
-Enor sabía que el mundo iba a morir sin un Destino, pero prefería
que el mundo muriera libre que esclavizado por una necesidad narrativa, por la
continua necesidad de dividir el mundo en Bien y Mal, en angeles y demonios.
Enor odiaba los finales felices; los golpes de efectos, los dioses que
intervienen a último momento para solucionar todo, castigar a los malvados y
recompensar a los virtuosos. Odiaba la idea del hubris que siempre es
castigado. Quería que los malos ganen, si hacían las cosas correctamente.
-¿Realmente dio un discurso tan largo?
-No. Nada de lo que estoy contando se habló. Es como que lo
estuviera inventando ahora, o mejor, como si lo tuviera guardado desde hace
tiempo.
-¿Y todos ustedes lo siguieron por eso?
-No, no. Todos queriamos venganza, o sabotear el proyecto
desde el comienzo como Pirotess. Y creo que Enor lo sabía, y no le importaba.
Iba a usarnos para sus fines. Quería una distracción, ahora lo entiendo, para
seguir el mismo otro plan. ¿Cual era? No lo sé. Él no confiaba en nadie.
Tharloff recordó la mujer que había intentando matarlo estúpidamente
en el Gormeghast. Se miro las muñecas, buscando las cicatrices de sus garras.
No habia nada ahi. Su regeneración había eliminado las huellas, como tantas
otras. ¿También ella buscaba venganza? No. Lo suyo era lealtad.
-Eso es lo que Enor pensaba, creo yo. Y sabes que- Charizar
torció su largo cuello hacia Tharloff, y exhaló una bocanada de fuego
electrificado. -Todo eso no vale una mierda.
El bárbaro asintió en silencio.
-Si el mundo se muere, la libertad no sirve para nada.
Prefiero un dragón esclavizado y vivo, que uno libre y muerto. Ahora que ya no
me ata mi venganza, puedo ver con claridad de qué lado de la línea estoy yo.
Estoy de tu lado, Tharloff. Hemos sangrado juntos antes, y ahora lo haremos de
nuevo.
Tharloff conectó la velocidad de la Oscuridad y apoyó su
mano justo sobre la escama corazón de Charizar; canalizó su karma de una Lanza Apotegma,
pero la dejó retenida en punta de sus dedos. El mas mínimo movimiento y atravesaría
el corazón del dragón en un milisegundo al liberarla.
Armand no la hubiera retenido. Pero él no era Armand.
Necesitaba estar seguro.
-Mierda. No sé quién eres, pero sé que no eres Charizar.
El dragón tardo unos segundos en entender la gravedad de la
situación, pero reaccionó mas bien con fastidio.
-¿Quién crees que soy? ¿Enor polimorfizado?
-Ah si, seria algo divertido. No. Te conozco bien, Char. Tu
no hablas así. Enor tampoco.
Charizar se quedo callado, como si el también dudara de si
mismo.
-Aprendí a ver el karma a los quince años. ¿Crees que no me
di cuenta que el ki de Casandra es diferente? ¿Que desapareció tan pronto como
salimos de la cabaña? Tu karma parece consistente, es cierto, pero no sería la
primera vez que veo ese truco.
-Tienes razón. Casandra no está ya. Su aroma se ha
desvanecido.
-Porque estamos en una maldita ilusión, y tu también eres parte de eso. El verdadero
Charizar, bueno, costaba sacarle diez palabras seguidas. Hoy hablaste como un
maldito elfo.
-Sí, me siento extraño, no sé porqué hablé tanto. Pero soy
yo, Tharloff. No soy una ilusión. Casandra quizás, pero yo no.
-¿Que diría una ilusión?
El dragón carcajeo. Sonaba falsa.
-Lo mismo que yo. No sé que me sucede, ciertamente no me siento
como siempre. Pero sigo siendo yo. No soy una ilusión.
Tharloff sintió crecer el dolor en el brazo. No iba a poder
mantener la lanza contenida mucho tiempo más.
-Hay otra posibilidad. Que el Destino no esté muerto. O no
muerto del todo. Que haya un fantasma del Destino y que te haya poseído.
Charizar se quedó callado, meditando. Pero aun contraía con
fuerza los músculos del pecho. Tharloff pensó que existía la posibilidad de que
sobreviviera la lanza. Sobre todo si no estaba sobre la escama corazón; ahora
lo dudaba.
Finalmente: -¿Tharloff, porque viniste? Tu también quieres convertirte
en el Destino.
-No. No. No. Gracias. Estoy bien como estoy.
-Sin un Destino nuestro mundo morirá. Para siempre.
-Charizar bajo la cabeza y abrió las fauces amenazadoramente.
-Sí. Eventualmente. Como todos - y liberó la lanza.
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