lunes, agosto 02, 2010

XXXI:Vivere militare est

Ocho héroes se materializaron en el Jardin del destino. Ocho sus rostros desafiantes.
Primero era el Hombre sin Muerte, Armand Brankaster. Durante años había esperado este momento. Ahora, al ver el jardín del destino, lo sabia por primera vez. Sabia que no podía morir, heredero de alguna extraña maldición de su padre. Había pasado por el abismo de la amnesia, por la crueldad y la traición, el amor y la amistad. De alguna manera, intuía que este momento seria el mas importante de su vida, y se reflejaría hacia el pasado y el futuro.
Segundo era la Dama de Beige, Casandra. Contaba ya con tres siglos; pero su rostro era la de una mujer apenas entrando en la madurez. Su expresión era de pesar. No deseaba estar aquí. Estaba porque las circunstancias la habían llevado. Porque no podía dejar al grupo solo sin nadie que los curara, les ayudara a pensar, les diera un último empujón. Amaba a Armand, aunque sabia que Armand jamas sería el hombre que ella amaba, y esa certeza era la cruz de sus días.
Tercero era el que fue un Morgest, Raukion. El elfo estaba desinteresado, pero obediente. Su vida ya no tenia sentido. El objetivo al que había implícitamente dedicado sus días había demostrado ser inalcanzable. Ahora tenia su vida y no la quería, pero tampoco tenia como deshacerse de ella. Un queuriano se hubiera suicidado sin mas. Pero Raukion era un elfo, y los elfos no se suicidan; el miedo a la muerte es la sal de su sangre, y el haber sido criado entre queurianos no le quitaba vigor esa realidad.
Cuarto, vigilando de cerca al anterior, era el último Bárbaro, Tharloff Ulurund. Pensaba en sus colegas caídos, y se preguntaba si el poder del Destino seria suficiente para deshacer toda esa mala pesadilla en la que estaba metido. El, que por sangre y cultura debía despreciar la vida y abrazar la muerte, odiaba esa realidad cotidiana de tener la certeza de que nunca mas veria a los que lo habían dejado por los planos superiores. Esa pequeña esperanza de revertir todo, lo hacia moderadamente optimista.
Quinto, era el Rey de los Dragones, Charizar. Su aspecto era penoso. Sus alas rotas y desgarradas colgaban muertas de su espalda, la mitad de su cara era una gran cicatriz y le faltaban varios dientes. El arte de Casandra lo había arrancado de la muerte, pero las heridas que Grana le había infligido eran mas profundas que las de su cuerpo. No sentía dolor, empero. Estaba aquí sin saber porqué. El haber salvado a su amigo Tharloff de la espada de Enor de alguna manera le había hecho recordar cosas mas antiguas, cuando era joven y enamorado y viajaba por el mundo buscando oro y diversión y respeto. Quería que las cosas volvieran a ser así, se dio cuenta, a pesar de todo lo que había hablado con Enor en su momento. Quizas que la historia se vuelva a contar no sea tan malo.
Sexto, era el Señor del Goan, Marak, hijo de Sif y el Profeta. Su rostro estaba deformado por una feroz mueca de odio. Desde su pelea con Landon, su batalla interna contra Casandra, y el toque purificador-putrificador de Mitrae, las voces que siempre le hablaban habían callado. No estaba mas el vozarrón de Allamud instando a la violencia, el calmado susurro de Huzba ordenando su mente, el grito de guerra del Mercenario Zazoah, la prudencia de Haor. Sin sus voces, al parecer Marak tampoco podía acceder a los milagros que le habían solucionado tantos caminos. Peor aun, había perdido su fiel cimitarra y su creciente en la lucha, así que estaba totalmente desarmado. Pero encontraría la manera de hacer pagar a los perros paganos su afrenta.
Séptimo, sin perder de vista a los dos anteriores, era el Surcador de Estrellas, Landon Donovan. Sentía que su misión había terminado; tenia que traerlos aquí y lo había logrado, aunque la ultima parte del viaje habia sido sin su nave. Solo quería que todo termine pronto, para organizar una búsqueda de Zeldon (¿estaría en el plano etéreo? le pareció ver un remolino etéreo justo antes que desapareciera, junto a Garlond y su esposa Pietra), construir una nueva nave spelljamer, volver a su vida como navegante. O quizás retirarse, comprarse una hacienda en Xenoria y manejar cabezas de ganado como en su juventud. Su vida se habia extendido gracias a la magia y a los viajes por el espacio exterior, pero al fin la vida lo habia alcanzado.
Octavo, era el Nuevo Pacto, Mitrae. Él, que era uno y fue dos, pensaba en las extraños circuloquios de su vida mortal e inmortal, que lo habían llevado aquí. Si eso no era obra del Destino, donde esta el Destino? Percibía en su caso, y en su viaje actual, la mano de un Autor, alguien que había acomodado las situaciones de tal suerte que todo estaba acomodado para una nueva apoteosis, o un nuevo fracaso.

Dos mas eran, pero estaban ocultos, usando la magia y el sigilo.

La Puerta del Jardin del Destino median varios metros. Sin embargo, no estaba construida sobre ningún muro, sino que se alzaba en el medio de un patio con forma de circulo. Sobre la puerta estaban grabados unos círculos enlazados por lineas rectas. Armand los reconoció: era el arbol de la vida de los Sephiroth, el puntal de la magia de los invothak.
Lamuel había dicho bastante, y la lectura posterior de la biblioteca de Landon le habia permitido ampliar sobre el tema. Cada circulo representaba muchas cosas; básicamente eran los estados posibles de la realidad, pero también las etapas de toda historia, así como los atributos o emanaciones de Yesof, el dios único de los Invothak, la emanación prístina del universo como un todo. Lamuel había sido claro: Solo se puede alcanzar la Corona si se recorren todos los Sephiroth. Sin embargo, no era claro como recorrer cada uno; al parecer eso era una experiencia altamente subjetiva.
Malkut, o el Reino, era la primera de las etapas. El origen de todas las historias, pero también el mundo real, y también el atributo del dios que llaman Equs. Tres caminos parten de Malkut, segun la iconografia tradicional. El camino directo, el camino de la acción, iba directamente Tifein, o Tif'eret, la Belleza, el sephiroth de la belleza, el amor y la tragedia, el atributo de Nebel. El camino de la esclavitud, por otro lado, llevaba a Urket, o Netzach, la Victoria. Un plano de emoción, carga, y devoción, tradicionalmente atribuido a Telferas. Finalmente, el camino de la libertad, llevaba a Okab, o Hob, el Esplendor; el Sephiroth de la inteligencia, la comunicación y la información, todo lo cual apuntaba, por supuesto, a Iot.
Armand era una persona practica, y todo ese palabrerio que había aprendido de memoria le daba vueltas en la cabeza. Esperaba que hubiera tres puertas marcadas, y que se le simplificara la cuestión. Pero solo había una única gran puerta, con esos símbolos. ¿Acaso seria la entrada al primer Sephiroth, Malkut?
-No. El Jardín es diferente en cada visita y el método para recorrerlo cambia también. Siento que esta vez, de alguna manera sera el combate, la confrontación y el agon lo que definirá que ruta recorremos.
-Entonces, si luchamos contra un enemigo, estaremos recorriendo una ruta.
-No hay enemigos. Solo oponentes.
Armand miro a Marak, Charizar y Landon, que caminaban atrás suyo. Ellos eran enemigos, pensó.
-Por cierto, donde esta Pirothess? Y el décimo eleutheros que mencionaste?
-Esta aquí con nosotros.
Armand maldijo y conectó el sexto sentido. A cuatro metros, caminaba Pirothess, sola, con su estoque desenvainado, e invisible. La ira lo inundó, conectó la velocidad de la oscuridad, y arremetió contra la kalanite. Vio que ella abrió los ojos sorprendida, y entonces desapareció. Y él también.
-Armand! - gimió Casandra. Había sentido la emoción del karmigero. - ¿Tharloff, que pasó?
-No lo sé, conectó la velocidad de la oscuridad y desapareció…
-Está ahora en Tifein. Ha seguido el camino de la acción. - meditó Mitrae.
Casandra se acercó arremangandose a la entidad.
-¿De que cuernos hablas, Megalreanna? Vas a explicarmelo ahora o sacaré todo lo que sabes de cabeza.
-No puedes, y lo sabes. Tu habilidad no sirve con seres extraplanares.
-Megalreanna… -intervinó Landon.
-No, soy Mitrae, y no soy su amigo o enemigo. Escuchad. El Jardín tiene reglas y esta es una de ellas. Si luchamos entre nosotros, y quizás, si luchamos contra el Guardián o contra las ilusiones que crea este lugar, seremos llevados a un estadio de existencia diferente, siguiendo el patrón de las sephiroths que están aquí grabadas - apuntó a la puerta. Nuestro objetivo es llegar arriba, al punto conocido como Kaether.
-Recuerdo ese nombre… luchamos contra ese tipo, Sephiroth. - comentó Tharloff
-Si, ese fue el paso crucial de su aventura entonces, lo que llamamos Achab;-continuó Mitrae - ese Sephiroth con el que lucharon era una emanación de ese concepto. Armand atacó a Fleur Noir, asi que el jardín los aisló en Tifein, en este sephiroth.
-Maldita perra. Vamos a ayudarlo. Estamos todos en esto.
-No es tan simple, Casandra. Los caminos a veces no pueden ser recorridos deterministicamente.
-Dices que si te ataco, nos moveremos.
-Es ambiguo. Si me atacas, en cierto modo lo haces porque estas esclavizada en tus sentimientos a Armand, asi que eso te llevara en vez a Urket. O quizás, te quieras liberar de mi, y por lo tanto, te llevara Okab. O quizás sea tu respuesta a la acción y te lleve a Tifein, pero nada garantiza que sea el mismo Tifein de Armand… cada uno de nosotros tenemos nuestro propio árbol de la vida.
-Todo esto no tiene sentido, Megalreanna. - acotó Landon - ¿Tenemos que tirotearnos entre nosotros para llegar al final de esto?
Un voz surgió del fondo de la puerta cerrada.
-Quizás deba ser así, Landon Donovan.
Todos se pusieron en guardia, mientras la puerta se abría. Una luz cegadora surgió de ella, y una figura humana aparecio en el portal. Vestia una armadura gris, sin casco, y su rostro era inhumanamente decidido y firme.
-Bienvenidos a la Rosa de los Cielos, Euleutheros. Soy el Guardián, Melwas Igraine.

1 comentarios:

Elfo dijo...

Uuuuhhhhhh!!!!!! Apareció Melwas!!!!!!!!!! Ahora falta Manwe y listo, ya podemos irnos todos a la mierda!
Muy bueno1!!