miércoles, abril 19, 2006

Capitulo XVII: Ascensio

-Es la hora de salir de escondite - dijo Raukion con la fría serenidad caracteristica de los Kensais. Garlond habia visto esa expresión tantas otras veces, en el rostro de Dirand.
-Correcto. -la seca voz de Enor llenó el cubículo - Todos conocen sus adversarios y su posición en la nave, según lo que Fleur nos han informado. Debemos aprovechar que estan concentrados y atacar por sorpresa. Los blancos están dispersos en las estaciones designadas: tenemos exactamente tres horas antes de que lleguemos al punto de destino. Todos conocemos el protocolo una vez que derriben a sus blancos asignados. Comiencen
Los nueve infiltrados se dispersaron, cubiertos de mantos que los hacian invisibles a todos los tipos de percepción. Garlond miró el rostro de su amiga y amante, que le hizó el fugaz gesto de un beso, y cerró su capucha.
En silencio, Garlond memorizó la ruta. Su blanco estaba en el puente, quizas el punto más defendido. Afortunadamente, el puente estaba conectado por un ducto de ventilación al invernadero, donde se generaba el aire puro de toda la nave. Habia un par de rejas que retirar en silencio, nada que un toque de óxido no pueda solucionar.
El pasillo que comunicaba con el invernadero era demasiado amplio. Garlond maldijo en silencio el hecho de que el manto no le permita usar sus alas para volar. Estaba condenado a recorrer el tétrico corredor. Ademas, la nave habia comenzado a vibrar de manera muy poco confortable. El rugido del motor spelljammer iba subiendo cada vez más de los tonos graves, casi inaudibles, hasta un fragor que aturdía. Garlond se sorprendió al darse cuenta que estaba temblando. ¿Miedo? Era una posibilidad, pero no se sentía atemorizado. Era algo más primario, mas parecido a una especie de pesar en el alma.
Finalmente, llegó a la puerta de invernadero. El picaporte estaba helado; pero no se abrió.
Garlond meditó unos segundos. ¿Podría ser que ellos lo sabían? ¿Y todo era una trampa? Se volvió.
-Salgan ya...
Pero sus invisibles perseguidores ignoraron su sugerencia. Garlond maldijo e intentó de nuevo con el picaporte, sin éxito. Comenzó a forcejear. Unos pasos sonaron atras suyo, muy sútiles, demasiado.- Un vistazo pero no había nada atrás.
Un vidrio saltó por los aires, el limpido sonido ahogado por el fragor de la nave. Las astillas calleron a sus pies. Un ataque enemigo, Garlond cayó y lanzó un misil mágico . Sin blanco, los misiles chispearon y se disiparon en el aire.
Tenía la mano izquierda ensangrentada, fuera del manto, con un gran corte. ¿El sable inaudible, invisible de Naer?
-¡Sal ya, asesino!
Un figura se materializó ante sus ojos.
No era Naer.
Era Morrigan Redcrow, joven como el día que la conoció.
-Morry? No puede ser... estás muerta- sollozó Garlond.
Sus ojos eran completamente negros, sus pies bañados en sangre. Atrás, una gigantesca araña la escoltaba.
Un demonio babelith, uno de los habitantes de Pandemonio, donde Morrigan habia sido condenada hasta que Garlond la rescató.
El deja vú inundaba a Garlond, y un mareo increible, causado quizá por el hedor que surgía del interior del invernadero. El fragor de los motores ahora era el aullido enloquecedor de Pandemonio.
-La sangre es la vida- dijo Morrigan Redcrow.
-¿Como... -
Su rostro era ahora el del enmascarado Lamuel.
-Bienvenido al Sobremundo, gentil avariel.
Garlond se levantó y desenfundó su espada. Pero ya no estaba en Pandemonio sinó de nuevo en Gomerghast. Morrigan ni Lamuel estaban ahi ahora. La puerta del invernadero estaba abierta y una luz verdosa y una niebla lo cubrieron.
-Maestro? - dijo Garlond.
Sriladon salió de la niebla.
-Esto es imposible. ¿Donde estoy?
-¿Cuantas dimensiones tiene el universo, Valdarien?
-Siete señor, tres espaciales, una temporal, una metafisica y dos morales.
-Exacto. ¿Y hacia donde vas?
-A la corona de los cielos. Donde residía el Destino.
-¿En que coordenadas?
-Perdón.
-¿No estudió acaso, joven Valdarien? Esto no es una broma.
-No, no lo es.
Un par de brazos lo abrazaron por detrás.
-Hermanito...
Garlond se zafó del abrazo y avanzó hacia su maestro.
-¿Recuerdas estar muerto?- le susurrarón en el oido derecho.
-No. Estoy alucinando - admitió Garlond.
-Eso es evidente- dijo Iand Silverhand. Garlond no podía verlo, pero sabía que era él, de alguna manera...
-Es el proceso de la ascención, amigo avariel. Recorres las siete dimensiones simultaneamente. El alma humana no está diseñada para semejante tensión.
-Pero, viajar por los planos....
-Es diferente.-aclaró Silverhand- Normalmente uno se teleporta, cambia instanteamente sus coordenadas metáfisicas. Ahora estás viajando físicamente a través de las siete dimensiones. La aceleración que produce este desplazamiento te produce esas emociones incontroladas.
-Pero soy avariel...
-Esto no es magia, es física. O metafísica, si lo quieres ver así.
-Entiendo. Es análogo a la aceleración que se siente al arrancar un carruaje, el empujón de la inercia. Alucinaciones, paranoia...
-Eres brillante, amigo.
-Pero... alguien me atacó, tengo el brazo herido...
Iand ya no estaba. Todo habia vuelto a la normalidad?. Estaba en el invernadero.
Garlond examinó la herida. Habia un trozo de vidrio en ella. ¿Sería posible que en su forcejear habia pegado un puñetazo al vidrio?
La pesadez de su mente se había desvanecido. Garlond razono para si mismo
"Probablemente nuestra "velocidad" se haya estabilizado, y no se aplica más aceleración; por lo tanto, no hay "fuerzas inerciales" que afecten nuestra mente. Eso explica el tamaño de los motores de Gomergasht. De alguna manera, en vez de "teleportarnos" de punto a punto de los planos, estamos volando fisicamente en la recta que une los planos, usando un motor spelljamer modificado. Moverse en tres dimensiones requiere energía relacionada con un factor elevado a la tercera potencia de la distancia; moverse en siete requiere un factor elevando a la séptima potencia. Por otro lado, la masa incrementada por el rediseño y agigantamiento del motor spelljammer es despreciable en lo que respecta a este factor, porque solo es concerniente a las dimensiones espaciales, y posiblemente no estamos moviendonos en las dimensiones espaciales; no sentimos ningún efecto inercial ni ingravidez. Espacialmente, nuestras coordenadas estan fijas. Las que varían son las coordenadas metafisicas; seguimos flotando frente al gran arbol treant.
La carga util de la nave, en lo que respecta a las dimensiones fisicas, es el alma de los seres inteligentes: por lo tanto eso significa...
Que hemos duplicado exactamente la carga al entrar aqui como polizones. La nave es el doble de pesada; la aceleración será exactamente la mitad y el tiempo el doble.
Landón puede haberse dado cuenta de esto. Nos has descubierto. No hay ataque sorpresa. Eso cambia todo."
En ese momento una gloriosa sensación inundó a Garlond. El éxtasis inundó sus ojos llenos de lagrimas; cada nervio de su cuerpo se inundó de placer. Cayo de rodillas, la boca abierta en un mudo gemido.
La sensación se desvaneció.
"Es lo opuesto de una aceleración metafisica. La nave se detuvo".

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