miércoles, noviembre 16, 2005

El Kiwi se enfrenta a los Zombies

Estaba un día yo, yo mismo, caminando sin prisa y con buen viento de regreso a mi plácido hogar. Entretenía mi paseo el dulce cantar de las aves, el agradable paisaje de ciudad, las amables personas que me saludaban al paso. En fín, un día perfecto en la atractiva y simpática Gran Ciudad de Tucson. Mi mente se distraía mientras organizaba mi agitada agenda semanal, programando todas las futuras reuniones, entrevistas, asesorías, negocios, fusiones, proyectos, etc. Mientras tanto, a veces le dedicaba la atención a un pequeño asunto amoroso, "mujeres!" recuerdo pensar a la distancia, "bien, ya lo resolveré, después de todo no es algo que necesite demasiado tiempo. Hahaha!" (reía para mis adentros). Caminaba yo por la Congreso primera cuadra, de regreso de una agitada tarde desepeñando el difícil rol de Primer Asistente de Director, cuando a la distancia mis oídos ultradesarrollados oyen un estruendo ensordecedor . Inmediatamente mi visión 80/80 observa que muchas personas se aproximaban corriendo en dirección a mí. Gritos de ayuda, alaridos rogando clemencia, uno de ellos a punto de tropezarse es atrapado rapidamente por mis veloces reflejos, que dejarían impresionados a cualquier Joakin.
- Calma, que ocurre? - Le pregunté con voz dulce y serena (como esa que usaba a principio de año) para tranquilizarlo.
- Ru-ru-ruido insoportable. - Al principio me costó un poco entender, pero las palabras del asustado transeute me permitió sospechar que algo no andaba bien del todo .
- Explicate bien! - Le dije, conservando la calma que tanto me caracteriza.
- Un ruido muy fuerte, nos esta matando! Proviene de allí? - Exclamó, extrañamente parecía más asustado que antes, como que mi tranquila presencia no lo calmase en lo absoluto.
- Allí dónde? - Le dije sin exasperarme, aunque me molestaba que no sea preciso. Miré arriba, suponiendo que lo más lógico sería un sonido proveniente desde el cielo, pero no había nada más que un par de nubes negras que pronto comenzaban a poblar la boveda celeste.
- No allí arriba. - Gritó el peaton anonimo. - Allí! - mientras señalaba con la mano.
- Tranquilizate! - Miré atras mío, solo veía a la gente que se alejaba corriendo. El tipejo no quizo esperar más, perscía muy asustado y se alejó corriendo junto a las demás personas, entonces entendí. "Ya entiendo!" Pensé. "La gente huye por el ruido! Entonces lo lógico es que la fuente del problema sea la fuente del sonido estruendoso este que proviene desde donde todos vienen corriendo".
Inexplicablemente, en el lapso que me tomó llegar a la conclusión las nubes negras terminaron de cubrir el cielo, y hasta parecía que se había hecho de noche.
Me desplacé instantáneamente hasta el área del conflicto, y observé un par de obreros que destruían el pavimento con taladros neumáticos, al verme llegar, los obreros se detuvieron. el centro estaba desertico en ese moemnto, la gente parecía haber huído hace ya tiempo.
- Qué sucede? - Cuestioné con autoridad. - Porqué destruyen mi hermosa ciudad?
- Solo estamos reparando le pavimento. - Respondió uno de los obreros. Intentaba burlarse de mi inteligencia, era obvia que una ciudad tan perfecta no podría tener errores en el pavimento.
- Me estan mintiendo! - Grité enfurecido. - Hablen con la verdad, qué sucede aquí?!
Tras mis palabras, los tipos se miraron dandose a entender que yo no podía ser engañado. Luego se volvieron hacia mí, sus ojos estaban rojos, sus cuerpos comenzaron a crecer, y su piel a descomponerse, la ilusión que disfrazaba sus taladros neumáticos desapareció, revelando sus verdaderas armas: hachas de cocinero!
- Zombies! - Exclamé. Mis enemigos jurados habían regresado.
Al grito de "Bwarrrrggggghhhhhhh!!! Los infectados muertos vivientes se lanzaron contra mí. Usando toda mi velocidad esquivé sus veloces embates. Salté hacia atrás al tiempo que uno de ellos golpeaba el pavimento tras haber fallado su ataque. Me lancé con un fuerte impulso y le asesté un tremendo puñetazo en el rostro que le volteó la cara, todavía con mi mano pegada a él, el undead se volvió y me observó sonriente.
- Somos SGPA +1 - Exclamó al tiempo que lanzó un hachazo directamente a mis piernas. Me tomó por sorpresa por lo que no pude defenderme. El arma se incrustó en mi muslo izquierdo, tras lo que lancé un feroz grito de dolor. Controlé el sufrimiento provocado por el impácto, rapidamente tomé la mano izquierda del ser antinatural, retiré el hacha de mi pierna e hice girar su brazo fuertemente, hasta que este se desprendió de su cuerpo. Me alejé de él, la hérida era profunda ero no letal. El zombie se incorporó tras mi ataque, junto a él sus compañeros se aproximaban hacia mí ahora. No tenía armas, y los muertos eran SGPA +1. Utilicé toda mi energía, los zombies encarnaban todo lo que yo odiaba, eran malos, malos y feos.
- Poder de la bondad!!! - Grité. Y una potente ráfaga de energía buena y hermosa brotó de mis manos, destruyendo a los muertos vivientes en el acto. No me tomé demasiado tiempo, apenas lo necesario para recuperarme de la fuerte descarga de energía producida por mi cuerpo. Me aproximé a las cenizas de los no-muertos, solo humo quedaba en el lugar donde ellos estaban. Inspeccioné un poco el lugar, intentando descubrir alguna pista de la procedencia de estos monstruos. No había demasiado, todo se había desvanecido, sus armaduras de cuero, sus cascos, sus hachas de cocinero. Fue entonces cuando sentí una precencia justo frente a mí, esta era mucho más fuerte que cualquiera de los zombies anteriores, pero igual de putrefacta. tenía la cabeza gacha, avanzó lentamente hacia mí, aplaudiendo suavemente, demostrando poco asombro ante mi magnificente poder. Levantó su rostro y lo reconocí en el acto.
- Tú! - Exclamé asombrado.- Tu eres quien trajo a estos zombies. Pero... Magetrain Vindorion.
El hechicero sonrió frivolamente, sus ojos rojos desprendían el brillo de rubies. Su putrefacto cuerpo estaba cubierto por su armadura de intronte, esta razgada, destruida. Detras suyo estaba su patineta voladora. Me miró con el rostro lleno de furia, pero sonriendo malignamente.
- No! - Exclamó. - Magetrain Vindorion no, Magetrain Zombie Ju-Ju! Hahahahahahahaha!!! - Soltó una carcajada que se escuchó a kilometros del lugar.
"No puede ser." Pensé en ese momento. Era él quien había traído a los zombies, Magetrain Zombie Ju-Ju.
- Y ahora moriras! - Gritó. Yo quedé inmovil tras sus palabras, esperando moverme solo en reacción de alguno de sus fulminantes conjuros rojos. Sin embargo el se quedó inmovil, tras un momento que pareció una eternidad decidí accionar.
- Y? - Pregunté, espectante a su ataque. Magetrain parecía perdido, mirando a la nada.
- Qué ocurre? No ibas a ...
- Silencio impertinente! - Me interrumpió con fuerte tono. - No ves que estoy pensando que conjuro lanzar?!
Entonces caí en cuenta de que esta batalla sería muy larga si no hacía algo yo antes. Pensé como podía hacer para dañar a Magetrain, con mis conocimientos sobre él. Hasta que se me ocurrió una idea.
- Oye Magetrain. - Le dije. - A qué no puedes utilizar tus poderes de alterar la realidad para que llueva agua bendita.
Magetrain levantó la vista, había captado su atención.
- No-me-molestes! - Exclamó secamente. Decidido en esta empresa, no me rendí.
- Ya me parecía, es lo que me dijeron en Ulean. - Exclamé. Tras mis palabras, el Zombie Ju-Ju me observó ahora con más atención.
- Qué te dijeron en Ulean?
- Ahhhh, nada. Solo que un hechicero rojo de cuarta anda dandose aires de controlar la realidad, pero que ni siquiera puede controlar su efinteres.
El rostro de Magetrain se encendió en ira, casi literalmente, y el fuegio era tan intenso que comenzaba a cocinar su putrefacta carne.
- Cómo?! - Grito.
- Si, y además me dijeron que te cagaste en las patas para ser el Destino cuando los dioses te lo ofrecieron.
La furia de Magetrain era tal que el mismo suelo bajo sus pies comenzaba a incendiarse. El hedor era insoportable.
- Cómo que no?! - Bociferó. - Puedo hacer lo que sea!. Puedo causar que lluevan toneladas de agua bendita! Observa!
Las nubes en el cielo tronaron varias veces, relampagos celestes se precipitaron por todas partes. No habían pasado unos segundos cuando una gota de lluvia cayó sobre mi naríz. Y luego otra. Pronto, un intenso chaparron de agua bendita se precipitó sobre la ciudad. Magetrain reía a carcajadas, en realidad estaba muy feliz. Tanto qeu no notaba que su cerpo comenzaba a desintegarse.
- Viste. Hahahahahaha!!! - Exclamaba. - Son unos idiotas, no saben con quien estan tratando! Hahaha....
No llego a terminar de sonreir, su cuerpo entero explotó dejando solo sus pies parados juntos uno del otro. La explosión me dió de cerca, cubriendome de materia putrida , un precio bajo a cambio de haberme desecho de tamaña amenaza. Me quedé un momento bajo la lluvia, dejando que la fresca agua limpiase mi cuerpo yt curase mi pierna herida, y relajandome tras el feroz combate. Luego me dirigí a casa, era ya temprano en la madrugada, pensando cual podía ser la causa de este ataque.
Continuará


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