lunes, julio 25, 2005

Invierno

Trescientos años atrás, la alquimista Chandress Hendanar, hija del Alto Señor Elfo Noldor Merand Hendanar, que a sazón era líder del gremio de Artífices de la ciudad, tuvo un ensueño una noche de verano, contemplando la luna en el balcón de su casa. Ensoñó que una horda roja de violentos drakkings, cientos y miles de guerreros bárbaros, asediaban la ciudad. Una fiera tormenta de nieva asolaba el campo de batalla; los drakings caían como moscas ante el intenso frío, pero así y todo era miles y miles; los noldors defendían su ciudad con desesperanza. Los drakings era liderados por un hombre que también era un mujer; y llevaba en su interior tanto el rayo como el emblema; la lanza en la mano derecha y la maza en la izquierda. El líder ordenó a los drakings que usen sus hachas para formar un rampa de nieve, que rápidamente llevo a los drakings. Las balistras noldors se ensañaron contra las rampas; pero lentamente la ciudad fue invadida por oleadas. La devastación invadió las torres de Brenel y al anochecer ningún noldor quedaba con vida; la muerte ejerció sobre toda la ciudad su ilimitado dominio. Chandress dedicó veinte años de su vida a pronosticar la cercana destrucción de Brenel, ante los oídos sordos y la indiferencia de toda la nobleza noldor. Pero al promediar el otoño del año 1277 (7.640.233 entre los noldors) una oleada glaciar arreció toda la faz de Kraad. Grandes icebergs se formaron en el mar de Tenostalión y la flota del señor guerrero Kwon Lung se hundió. Las temperaturas en Goan fueron tan bajas que en la misma Kalamán llego a granizar. En Xenoria el invierno trajo la muerte a cientos de campesinos, y el mismo rey, Rowkost I murió de pulmonía. En Kalan el frío obligó a suspender la celebración del carnaval blanco, y las calles de Tera estuvieron silenciosas y desiertas por primera vez en siglos. Los elfos de Brenel observaron estos síntomas con angustia, y la profecía de Chandress pareció mucho más creíble, más teniendo en cuenta los preocupantes informes de los vigías de la nieve (un cuerpo especial de jinetes de hipogrifos noldors, que vigilan las fronteras de su terrenos. La mayor parte de la ciudades de los drakkings en el norte estaban siento abandonadas; el mar del Norte estaba prácticamente congelado, y los drakkars se hundía de a docenas todos los días. Todos los bárbaros buscaban refugio; algunos incluso se habían aventurado en la infraoscuridad, esperando encontrar protección de los elementos, desafiando a drows e illicidos. Pero el grueso de la horda se mantenía rumbo al oeste, a las tierras noldors. Estaban liderados, decían los últimos informes, por Korenk el lobo blanco, también llamado Ekora la loba roja. Chandress, hábil tanto en la política como en la aventura, logro capturar a algunos de los berserkers que formaban la guardia personal de Korenk Ekora; y de su interrogación descifró el enigma del líder de dos nombres. Korenk era, aparentemente, un sacerdote de Balder, que los elfos llaman Corellon Larethian. Durante su iniciación, fue sometido a una ceremonia en la que cual Korenk fue flagelado y abandonado desnudo a la intemperie, con una bolsa de semillas alucinógenas como único alimento. Korenk, al parecer, experimentó una visión enviada por Balder (o por su archienemigo Fafnir acaso?). En ella, los drakkings asediaban a una ciudad élfica; presionados por el intenso frío y hambre, los drakkings luchaban ferozmente, pero una hechicera elfa tomaba el comando de las tropas, y usando sucio truco (que los berserker desconocían) lograba levantar el asedio. En la visión, los drakkings huían del asedio, solo para encontrar la muerte en las manos de Kos, semidiosa del frío y el invierno, y el cruel colmillo de los lobos blancos.
Aparentemente, luego de esta visión, Korenk no fue el mismo. Adquirió una segunda personalidad, llamada Ekora, que decía servir a no a Balder sino a Fafner. Siendo dos-personas-en-una (eso significa Ekora), Korenk viajo por los terrenos Drakkings, tratando de en vano de convencer a los thains de la inminencia de su misión, aparentemente sin éxito. Pero cuando las heladas comenzaron a morder con fuerza, los drakkins se volvieron a Ekona y comenzaron a seguirlo. Sabedor de lo que ocurriría, y del papel que podría cumplir, Korenk decidió formar una horda y partir al oeste, en busca de la ciudad que había contemplado en su visión.
Los acontecimientos se precipitaron. La horda llegó a los muros de Brenel. Los copos de nieve se posaban sobre los escudos, las ballestas, las lanzas, las hachas. Ambos ejércitos se miraban, conociendo de antemano el resultado de la batalla. Cuando la tensión se hizo insoportable, Chandress arrojó al suelo su catalejo y montó a su hipogrifo dorado, y cabalgó en el viento hasta el campo de batalla. En el mismo instante, Korenk Ekora se deshizo de su guardia, y montando su huargo superó sus filas, al encuentro con la alquimista.
Que dialogaron los dos que soñaron nunca se supo. Pero la horda penetró en Bredal, no armada con hachas sino con hambre y frió, y los elfos no respondieron con flechas y estoques sino con lembas y mantas y leña. Nunca hubo una batalla de Bredal, pero los drakkins permanecieron en la ciudad por cuatro meses. El miedo a la muerte les había hecho perder su antipatía natural contra los elfos, al parecer.
Cuando la nieva cedió y los días volvieron a ser tan largos como las noches, Korenk (que era de nuevo solamente Korenk) y Chandress se reunieron en secreto en la cámara más alta de Bredal, y firmaron un pacto. Durante dos generaciones, ese pacto se respetó, y los elfos noldors y los drakkings conocieron una paz larga y fructífera. Pero el camino del destino es impredecible, y el nuevo siglo trajo nuevas disputas y la sangre volvió a correr entre estos dos pueblos...
---Extraído del cuaderno de viajes de Eidan, sirviente de la palma

1 comentarios:

Sibling dijo...

Che esta historia esta MUYYYY buena. Despues te preguntas como es que queremos seguir jugando, a mi me dieron ganas de una aventura de PJ's Drakkings en esa época, y ver como salen del paso. Keep going. nos vemos.