miércoles, agosto 04, 2010
XXXII: Oculum pro oculo, et detem pro dente 12:30 a. m.
Landon no necesitaba usar magia para darse cuenta que el Guardián estaba armado hasta los dientes con objetos mágicos, probablemente artefactos. En particular la espada, que tenia en el pomo un gran orbe cristalino que brillaba intensamente. Tanto artefacto lo hacia extrañar a Stormbringer y Mourngun, aunque todavía tenia su pistola de resguardo, la anciana pero siempre fiel Dragonosa.
-La ultima vez que estuve aquí, Melwas, me recibiste con una daga entre los omoplatos- comento Mitrae - Esta vez por lo menos te estas anunciando.
Melwas miro a Mitrae en silencio, y luego volvió su mirada a Tharloff, Casandra y Landon; los tres estaban en guardia.
-Has traído a otros diez de nuevo.
-Asi es. Solo podemos pasar de diez en diez, verdad? - admitió Mitrae.
-Es extraño, pero si. Uno por cada sephiroth, supongo.
-Pero hay 9 sephiroths...
-En tu mundo solo hay nueve. En otros hay diez, y once, y quince.
Tharloff meditó que usar contra este oponente. Sabia que si vencía al Guardián en el primer ataque, aun usando todo su karma, su misión estaba prácticamente cumplida. Aun si luego tenia que luchar contra sus compañeros, como había predicho Mitrae, no le importaba. Su parte estaba hecha.
-¿Alguien desea luchar contra mi por separado? - invitó Melwas.
-¿Porque quieres luchar, señor Guardián?- inquirió Casandra. -No somos sus enemigos.
-Lo son. No habrá un nuevo Destino.
-Si no lo hacemos, el mundo morirá!- gritó Landon, nervioso.
-No. Solo cambiará. Aunque quizás no haya lugar para ti en él.
-En nuestros viajes, hemos visto la entropia y la degradación extenderse por múltiples planos, señor Guardián. Es un mal endémico del multiverso.
-Hay mas planos que los que los arcanes conocen, señora. Pero no voy a justificar mis actos, señora. ¿Vais a luchar todos juntos contra mi?
Marak aprovechó la pregunta para interponerse. En su mano, se materializo una daga, y cargó contra Casandra, a pocos metros. Pero Landon estaba atento, y le disparó a quemarropa.
Ambos desaparecieron.
-Dos menos - musitó el Guardián.
Casandra le hizo un gesto a Tharloff. Landon estaba bien, solo que se había teleportado por las reglas del plano, como Armand.
-Tu, el bárbaro, - comento Melwas, mirando a Tharloff - estoy seguro que deseas empezar, verdad?
Tharloff apretó los dientes.... y sonrió. Se relajó y abandonó la guardia.
-No, Melwas. Atacanos si quieres, pero no vamos a caer en tu trampa. ¿Quieres separarnos, verdad?
Melwas lo midió en silencio, decepcionado. Y luego sonrió salvajemente.
-No... no soy un Eleuteros. Eso no se aplica a mi.
Y adelantó el pomo de su espada. El orbe brilló intensamente y desprendió una explosión de energía telekinetica devastadora. Los héroes salieron despedidos, el suelo se abrió en escombros y la puerta se deshizo en astillas. Solo Mitrae permaneció en su lugar, sin ser afectada. Casandra, en los aires, levito a Raukion y Charizar, pero este rompió el hechizo, enfurecido y se polimorfizó a su forma dragón. Tharloff, furioso, cambio al estado de superkarmigero, y su barba rubia creció rápidamente.
Tharloff y Charizar atacaron simultáneamente, como en los viejos tiempos. Melwas se cubrió con su escudo, y repentinamente este cambio: se convirtió en una puerta de vacío negro, y empezó a atraer inexorablemente al Dragón y a Tharloff hacia el.
Tharloff entendió y conectó la velocidad de la oscuridad, y embistió a su amigo dragón hacia un costado, sacándolo del cono del atracción de escudo. El dragón chocó contra el suelo y abrió una zanja en el piso del jardín con su cuerpo.
Casandra concentró todo su poder telekinetico en una aguja y apuntó a la cabeza de Melwas. El disparo rebotó en su casco.
Mitrae miró por encima de su hombro, a un rincón vacío donde no se veía nada. Sonrió, y luego hizo un gesto. Un llamarada se concentró en una lanza de luz, que Mitrae tomo, y cargó contra Melwas.
Melwas saltó unos siete metros, sin duda ayudado por magia, y aterrizó, levantando escombros, junto a Tharloff. La espada flameó hasta el drakking, que levantó su antebrazo escudado con karma, y paró el golpe. El orbe del pomo resplandeció, y Tharloff fue golpeado por un ariete invisible y arrojado varios metros hacia atrás.
Charizar disparó su aliento de fuego contra Melwas, quien se escudó con indiferencia. El escudo absorbió el fuego.
-Dama Casandra- susurró Raukion. - Disculpe, pero creo que tenemos un adversario a nuestras espaldas.
-Ahora no. Tengo que encontrar un agujero en ese campo protector psionico...
-Esta invisible, pero pude escuchar sus pasos. Ademas, Mitrae lo miró, y hablo de diez personas... tiene que haber otro personaje invisible.
Casandra se concentró en una grieta en el escudo mental, y penetró en la Mente de Melwas. Durante un segundo, que en el plano astral son varios minutos, busco un punto de infleccion. Encontró su triste historia, y la guardó para referencias futuras. Pero entonces, Melwas detectó su presencia. Con una fuerza de voluntad inaudita, increíble en un simple guerrero sin preparación, expulsó a Casandra, quien tuvo que cortar el vinculo con gran dolor y cayó sentada.
Mitrae atacó con su lanza. Melwas paró con el escudo instintivamente; y un bucle de espacio tiempo surgió de ambas.
- ¿Germinal Spear? - Melwas miró horrorizado a Mitrae.
- Tranquilo. No vamos a explotar.
El escudo de Melwas se partió con una sonora grieta. La punta de la lanza de Mitrae salió volando por los aires.
Melwas contraatacó con su espada en una estocada, y atravesó el pecho de mitrae.
Mitrae escupió sangre, y desplegó dos alas de su espada. Una estaba cubierta de plumas, pero la otra era cartaginosa. Aferro con su mano derecha la hoja que aun lo atravezaba, y su mano izquierda se volvió una zarpa enorme que aferro del cuello a Melwas.
-Arriba. - gimió Mitrae, y salio disparado hacia el cielo, junto con Melwas.
Casandra miró hacia arriba, y vio a las figuras alejarse en el cielo nocturno sin estrellas del Jardin.
-¿Que decias, joven kensai?
Raukion miro hacia atrás, miro a Casandra y arqueo las cejas.
"¿Me permites leer tus pensamientos?"
"Exacto. No debemos hablar pero tenemos un personaje atrás, invisible. Siento su presencia"
"Yo no".
"Quizás puede escudarse de su lectura mental, señora"
"No creo que eso sea posible"
"Señora, usted me curo, asi que le debo un favor"
"No me debes nada, Kensai. Veo que tu nombre es Raukion"
"Señora, esa persona esta aquí y es sin duda un enemigo. Un aliado no se habría mantenido invisible"
"Quizás solo sea un observador neutral"
"No es honorable espiar a la gente invisible. Permitame que me lo lleve"
"¿Quieres atacarlo? Pero estas desarmado, Raukion"
"No del todo señora. Fue un placer haberla conocido"
Raukion se dio vuelta repentinamente, y dio una patada giratoria al aire vacío. Repentinamente desapareció. Charizar se poso junto a Casandra.
-¿Uno menos, verdad? Que paso?
-Parece que teníamos otro polizón. ¿Vamos arriba a ver la pelea?
-Tengo las alas rotas.
-Tharloff ya se fue persiguiéndolos. Esperemos que bajen. ¿Estas herido?
-Solo en el orgullo.
-Aquí no hay atmósfera en el sentido que hay en Kraad, Mitrae. No vas a asfixiarme.
-No lo intento. Probablemente matarte solo hará que resucites cerca de alguna filacteria o algo asi, verdad? Alejarte de los eleuteros es mejor opción.
-¿Estas todavía enfadado porque esa vez te saque del juego en la primera jugada?
-No era exactamente yo.
-Sabias demasiado. Podías guiarlos a tener éxito. Eras la mayor amenaza.
-Casi tuvieron éxito.
-Si, les gane con el ultimo truco de la manga.
-Lamuel nunca se recuperó de esa derrota.
-Si, veo que vino por la revancha. Antes de deshacerme de ti, tengo una pregunta.
-No puedo hablar acerca de los dioses.
-No, no. Mas mundana. Se supone que si un campo terminal y un campo germinal chocan, hay una gran explosión, no?
-No. Eso era solo una hipótesis de Mandramas.
-Pero, Enor y Ander destruyeron Xendria. Terminal Blade y Germinal chocaron y toda la ciudad fue destruida...
-No fue asi. Enor fue el que estalló.
-Con su poder singular, dices? Si no fue un accidente, entonces es un genocida!
-Claro. Ahora, ibas a intentar deshacerte de mi?
-Si.
El orbe se iluminó con la fuerza de un sol, y luego estalló.
lunes, agosto 02, 2010
XXXI:Vivere militare est 12:03 a. m.
Ocho héroes se materializaron en el Jardin del destino. Ocho sus rostros desafiantes.
Primero era el Hombre sin Muerte, Armand Brankaster. Durante años había esperado este momento. Ahora, al ver el jardín del destino, lo sabia por primera vez. Sabia que no podía morir, heredero de alguna extraña maldición de su padre. Había pasado por el abismo de la amnesia, por la crueldad y la traición, el amor y la amistad. De alguna manera, intuía que este momento seria el mas importante de su vida, y se reflejaría hacia el pasado y el futuro.
Segundo era la Dama de Beige, Casandra. Contaba ya con tres siglos; pero su rostro era la de una mujer apenas entrando en la madurez. Su expresión era de pesar. No deseaba estar aquí. Estaba porque las circunstancias la habían llevado. Porque no podía dejar al grupo solo sin nadie que los curara, les ayudara a pensar, les diera un último empujón. Amaba a Armand, aunque sabia que Armand jamas sería el hombre que ella amaba, y esa certeza era la cruz de sus días.
Tercero era el que fue un Morgest, Raukion. El elfo estaba desinteresado, pero obediente. Su vida ya no tenia sentido. El objetivo al que había implícitamente dedicado sus días había demostrado ser inalcanzable. Ahora tenia su vida y no la quería, pero tampoco tenia como deshacerse de ella. Un queuriano se hubiera suicidado sin mas. Pero Raukion era un elfo, y los elfos no se suicidan; el miedo a la muerte es la sal de su sangre, y el haber sido criado entre queurianos no le quitaba vigor esa realidad.
Cuarto, vigilando de cerca al anterior, era el último Bárbaro, Tharloff Ulurund. Pensaba en sus colegas caídos, y se preguntaba si el poder del Destino seria suficiente para deshacer toda esa mala pesadilla en la que estaba metido. El, que por sangre y cultura debía despreciar la vida y abrazar la muerte, odiaba esa realidad cotidiana de tener la certeza de que nunca mas veria a los que lo habían dejado por los planos superiores. Esa pequeña esperanza de revertir todo, lo hacia moderadamente optimista.
Quinto, era el Rey de los Dragones, Charizar. Su aspecto era penoso. Sus alas rotas y desgarradas colgaban muertas de su espalda, la mitad de su cara era una gran cicatriz y le faltaban varios dientes. El arte de Casandra lo había arrancado de la muerte, pero las heridas que Grana le había infligido eran mas profundas que las de su cuerpo. No sentía dolor, empero. Estaba aquí sin saber porqué. El haber salvado a su amigo Tharloff de la espada de Enor de alguna manera le había hecho recordar cosas mas antiguas, cuando era joven y enamorado y viajaba por el mundo buscando oro y diversión y respeto. Quería que las cosas volvieran a ser así, se dio cuenta, a pesar de todo lo que había hablado con Enor en su momento. Quizas que la historia se vuelva a contar no sea tan malo.
Sexto, era el Señor del Goan, Marak, hijo de Sif y el Profeta. Su rostro estaba deformado por una feroz mueca de odio. Desde su pelea con Landon, su batalla interna contra Casandra, y el toque purificador-putrificador de Mitrae, las voces que siempre le hablaban habían callado. No estaba mas el vozarrón de Allamud instando a la violencia, el calmado susurro de Huzba ordenando su mente, el grito de guerra del Mercenario Zazoah, la prudencia de Haor. Sin sus voces, al parecer Marak tampoco podía acceder a los milagros que le habían solucionado tantos caminos. Peor aun, había perdido su fiel cimitarra y su creciente en la lucha, así que estaba totalmente desarmado. Pero encontraría la manera de hacer pagar a los perros paganos su afrenta.
Séptimo, sin perder de vista a los dos anteriores, era el Surcador de Estrellas, Landon Donovan. Sentía que su misión había terminado; tenia que traerlos aquí y lo había logrado, aunque la ultima parte del viaje habia sido sin su nave. Solo quería que todo termine pronto, para organizar una búsqueda de Zeldon (¿estaría en el plano etéreo? le pareció ver un remolino etéreo justo antes que desapareciera, junto a Garlond y su esposa Pietra), construir una nueva nave spelljamer, volver a su vida como navegante. O quizás retirarse, comprarse una hacienda en Xenoria y manejar cabezas de ganado como en su juventud. Su vida se habia extendido gracias a la magia y a los viajes por el espacio exterior, pero al fin la vida lo habia alcanzado.
Octavo, era el Nuevo Pacto, Mitrae. Él, que era uno y fue dos, pensaba en las extraños circuloquios de su vida mortal e inmortal, que lo habían llevado aquí. Si eso no era obra del Destino, donde esta el Destino? Percibía en su caso, y en su viaje actual, la mano de un Autor, alguien que había acomodado las situaciones de tal suerte que todo estaba acomodado para una nueva apoteosis, o un nuevo fracaso.
Dos mas eran, pero estaban ocultos, usando la magia y el sigilo.
La Puerta del Jardin del Destino median varios metros. Sin embargo, no estaba construida sobre ningún muro, sino que se alzaba en el medio de un patio con forma de circulo. Sobre la puerta estaban grabados unos círculos enlazados por lineas rectas. Armand los reconoció: era el arbol de la vida de los Sephiroth, el puntal de la magia de los invothak.
Lamuel había dicho bastante, y la lectura posterior de la biblioteca de Landon le habia permitido ampliar sobre el tema. Cada circulo representaba muchas cosas; básicamente eran los estados posibles de la realidad, pero también las etapas de toda historia, así como los atributos o emanaciones de Yesof, el dios único de los Invothak, la emanación prístina del universo como un todo. Lamuel había sido claro: Solo se puede alcanzar la Corona si se recorren todos los Sephiroth. Sin embargo, no era claro como recorrer cada uno; al parecer eso era una experiencia altamente subjetiva.
Malkut, o el Reino, era la primera de las etapas. El origen de todas las historias, pero también el mundo real, y también el atributo del dios que llaman Equs. Tres caminos parten de Malkut, segun la iconografia tradicional. El camino directo, el camino de la acción, iba directamente Tifein, o Tif'eret, la Belleza, el sephiroth de la belleza, el amor y la tragedia, el atributo de Nebel. El camino de la esclavitud, por otro lado, llevaba a Urket, o Netzach, la Victoria. Un plano de emoción, carga, y devoción, tradicionalmente atribuido a Telferas. Finalmente, el camino de la libertad, llevaba a Okab, o Hob, el Esplendor; el Sephiroth de la inteligencia, la comunicación y la información, todo lo cual apuntaba, por supuesto, a Iot.
Armand era una persona practica, y todo ese palabrerio que había aprendido de memoria le daba vueltas en la cabeza. Esperaba que hubiera tres puertas marcadas, y que se le simplificara la cuestión. Pero solo había una única gran puerta, con esos símbolos. ¿Acaso seria la entrada al primer Sephiroth, Malkut?
-No. El Jardín es diferente en cada visita y el método para recorrerlo cambia también. Siento que esta vez, de alguna manera sera el combate, la confrontación y el agon lo que definirá que ruta recorremos.
-Entonces, si luchamos contra un enemigo, estaremos recorriendo una ruta.
-No hay enemigos. Solo oponentes.
Armand miro a Marak, Charizar y Landon, que caminaban atrás suyo. Ellos eran enemigos, pensó.
-Por cierto, donde esta Pirothess? Y el décimo eleutheros que mencionaste?
-Esta aquí con nosotros.
Armand maldijo y conectó el sexto sentido. A cuatro metros, caminaba Pirothess, sola, con su estoque desenvainado, e invisible. La ira lo inundó, conectó la velocidad de la oscuridad, y arremetió contra la kalanite. Vio que ella abrió los ojos sorprendida, y entonces desapareció. Y él también.
-Armand! - gimió Casandra. Había sentido la emoción del karmigero. - ¿Tharloff, que pasó?
-No lo sé, conectó la velocidad de la oscuridad y desapareció…
-Está ahora en Tifein. Ha seguido el camino de la acción. - meditó Mitrae.
Casandra se acercó arremangandose a la entidad.
-¿De que cuernos hablas, Megalreanna? Vas a explicarmelo ahora o sacaré todo lo que sabes de cabeza.
-No puedes, y lo sabes. Tu habilidad no sirve con seres extraplanares.
-Megalreanna… -intervinó Landon.
-No, soy Mitrae, y no soy su amigo o enemigo. Escuchad. El Jardín tiene reglas y esta es una de ellas. Si luchamos entre nosotros, y quizás, si luchamos contra el Guardián o contra las ilusiones que crea este lugar, seremos llevados a un estadio de existencia diferente, siguiendo el patrón de las sephiroths que están aquí grabadas - apuntó a la puerta. Nuestro objetivo es llegar arriba, al punto conocido como Kaether.
-Recuerdo ese nombre… luchamos contra ese tipo, Sephiroth. - comentó Tharloff
-Si, ese fue el paso crucial de su aventura entonces, lo que llamamos Achab;-continuó Mitrae - ese Sephiroth con el que lucharon era una emanación de ese concepto. Armand atacó a Fleur Noir, asi que el jardín los aisló en Tifein, en este sephiroth.
-Maldita perra. Vamos a ayudarlo. Estamos todos en esto.
-No es tan simple, Casandra. Los caminos a veces no pueden ser recorridos deterministicamente.
-Dices que si te ataco, nos moveremos.
-Es ambiguo. Si me atacas, en cierto modo lo haces porque estas esclavizada en tus sentimientos a Armand, asi que eso te llevara en vez a Urket. O quizás, te quieras liberar de mi, y por lo tanto, te llevara Okab. O quizás sea tu respuesta a la acción y te lleve a Tifein, pero nada garantiza que sea el mismo Tifein de Armand… cada uno de nosotros tenemos nuestro propio árbol de la vida.
-Todo esto no tiene sentido, Megalreanna. - acotó Landon - ¿Tenemos que tirotearnos entre nosotros para llegar al final de esto?
Un voz surgió del fondo de la puerta cerrada.
-Quizás deba ser así, Landon Donovan.
Todos se pusieron en guardia, mientras la puerta se abría. Una luz cegadora surgió de ella, y una figura humana aparecio en el portal. Vestia una armadura gris, sin casco, y su rostro era inhumanamente decidido y firme.
-Bienvenidos a la Rosa de los Cielos, Euleutheros. Soy el Guardián, Melwas Igraine.