domingo, junio 01, 2008

Capitulo XXIII: Qui acceperint gladium, gladio peribunt

-Ciertas cosas deben madurar mucho tiempo antes de ser comestibles. Los duelos son una de ellas, Hitamo.
-Por eso has estado huyendo de mi todo este tiempo.
-No es exacto. Yo también te he estado buscando.
-Seguramente, en algún lugar de los planos.
-Di lo que prefieras decir. Pero lo cierto es que el Destino esta muerto. Solo la Voluntad prevalece. Si no nos hemos encontrado hasta esta hora fatal, es porque interiormente no deseábamos encontrarnos.
-Habla cuanto quieras, Elfo. Esta noche se acaba.
En la sonrisa socarrona de Hitamo se adivinaba, sin embargo, que reconocía las palabras de Raukion como ciertas. Todos sus últimos años habían sido una búsqueda por los planos de su último Rival, pero también su huida de algo que solo podía significar el Fin. Ya sea en la espada de su rival, o en la suya propia. ¿Que sentido tendría la vida entonces?

Landon entró en la estancia apresuradamente, y desenfundó a Mourngun instantáneamente. Garlond le tocó el hombro.
-No. Este es un duelo Ju Jutsu Dan. Asi convencimos a Raukion. No tiene nada que ver con nuestro asunto.
Landon vió la fiera determinación en los ojos de Hitamo, y asintió.
-Busquemos a Casandra, y vamos a ayudar a Zeldon y a Grana. Dejemos a Enor jugar con los karmigeros.
Enfundó a Mourngun y retrocedió.

Hitamo avanzó despacio, sin salir de la guardia. Sus ojos negros miraban los ojos plateados de su oponente. La espada de Raukion no se detenga en ningún momento, haciendo extraños molinetes y cortes, marcando su area. Aunque aparentemente ornamentales, los movimientos tenían un propósito; de cada uno de ellos se podía obtener un ataque o una defensa, con la espada previamente cargada de momento angular, difíciles de predecir o esquivar. Como contrapartida, eventualmente la espada esta en una posición compleja de usar, vulnerable, pero es necesario ser un genio de la espada para ver esos puntos débiles con un maestro del estilo como Raukion.
Sin embargo, Hitamo encontró un punto débil y atacó con Masamune; simultáneamente, apunto a Muramasa contra el cuello de Raukion.
La espada de Raukion fue encerrada por Masamune, pero el elfo se agachó y esquivó a Muramasa. Hitamo sintió el dolor de un rodillazo en su mentón y retrocedió, parando un rápido contrataque con el mango de Masamune.
Esta clase de respuestas físicas no era lo que esperaba. No concordaban con el estilo de Raukion. Evidentemente, el elfo sabia improvisar, y eso lo hacia mucho mas peligroso.
Sin embargo, el riposte le era muy familiar. Treinta años atrás había luchado contra un oponente que lo había usado.

El viejo sonrió. Su dentadura era amarilla pero aun perfecta. Bajo su piel manchada y algo arrugada se notaban músculos perfectos y macizos.
-Falta mucho? - pregunto el joven henkeyokai.
-No, un par de cho.
-Voy a ganarle, señor.
-Si, estoy seguro de ello.
-El sarcasmo es una falta de respeto!
-No estoy siendo sarcástico - dijo, ahora serio, el viejo.
-¡Puedo ganarle!
Se volteó para mirarle a los ojos.
-Lo sé.
Hitamo tragó saliva y miró al piso. El ya familiar sentimiento del arrepentimiento volvió a inundarlo.

Raukion saltó, y por un breve instante vio la coronilla calva de su oponente justo abajo suyo. Impulsó su espada con ambas manos hacia abajo, donde Hitamo descarto para una estocada semejante y se arrojó hacia atrás. La espada descendió con fuerza y se clavó en el suelo metálico. Raukion estaba indefenso, pero se apoyo en el mango con fuerza hacia un costado. La espada se combo, y elasticamente respondió, impulsando al elfo. Este aterrizó una patada frontal al pecho de hitamo, hundiéndolo hacia atrás, demasiado cerca para un contrataque.
Raukion quedó tumbado en el piso, los pies bien plantados, las rodillas flexionadas, y su cuerpo en apariencia frágil se tenso, y agarrándose aun del mango de su espada, se levantó en el aire con los brazos justo a tiempo para evitar la andanada de cortes de Hitamo, que destrozaron el suelo metálico donde se encontraba un instante atrás. Las astillas de metal salpicaron a Hitamo, que gruñó frustrado. Raukion estaba un metro adelante, acuchillado tras su espada clavada hasta la mitad, ambas manos en el pomo; cuando Hitamo invadió su espacio, tiro con fuerza, el taco izquierdo haciendo palanca; la espada surgió filosa justo entre los pies de Hitamo, largando chispas. No es posible parar un ataque asi; Raukion sintió la brisa de la victoria en su piel.
Hitamo no se sorprendió siquiera; pateó la espada, cambiando su rumbo, y la pisó con todo su peso centrado en el costado de la hoja. Raukion sintió el terrible peso de hengeyokai en sus manos, pero la palanca lo favorecía; empujo hacia abajo, deslizándose el mismo para esquivar las katanas de su oponente.
Hitamo se derrumbó sobre Raukion; su terrible rodilla lo golpeó en el costado; Raukion rodó, y se levantó, separandose de su oponente. Ninguna herida grave, pero sus costillas prácticamente se habían fisurado. Con todo, el shock de haber perdido esa oportunidad lo afectaba mas que el dolor. Casi nadie habia podido esquivar esa trampa antes.
¿Acaso Hitamo había aprendido eso peleando contra él?

-Uno aprende mas de sus oponentes de que sus maestros- Dijo Raukion.
-No me cabe duda - sentenció su rival, sacándose la pipa de los labios.
Estaba sentado con las piernas cruzadas sobre la plataforma cubierta de seda y almohadones llamada köi, que los querianos usan en vez de los tronos kalanites o enanos. Su hija menor de sus ocho hijos, Tomoe, trenzaba su pelo gris.
-¿Aun lo tiene adentro?
-No. Una maga llamada Amelya Valyant lo mató.
Una sonrisa incomoda.
-Esto es una descortesía. Prepare su arma y vámonos. - Comentó Raukion.
El daimyo alzo su mano con un gesto benevolente, y su hija se hizo un reverencia y se retiro.
Nada sucedió por dos minutos. Raukion sintió una furia recorrer su espinazo. Desenvainó su katana violentamente.
Nada recibió, salvo una sonrisa sarcástica.
Los ojos rojos de Raukion miraban con furia asesina. Gritando, movió su arma, y disparon un kameken a su adversario, desarmado y sentado.
El viejo desvío el ataque de energía con un reves de su mano izquierda; el kameken se despedazo contra unos cortinados. Tres gotas de sangre calleron de su mano. Los miro pensativamente, mientras se lamia la herida que el kameken le había dejado en la mano.
Raukion sintió el fuego apagarse. Lo que acaba de hacer era una violación a toda etiqueta. El era aun un invitado en el Castillo de Buckingham.
-Aun está allí- concluyó triunfalmente el señor de Dunoshita. En un solo fluido mpvimiento, se despojó de su kimono de seda, revelando su pecho hendido por cien heridas, y saco su naginata de marfil y acero, escondida entre los pliegues de su köi.
-Vámonos, señor Raukion, al campo de duelo.

El doble revés en tijera esta ves fue mas rápido que Raukion, y una herida en su antebrazo apareció surgida de la nada, sajada por la hoja invisible. Pero su siguiente estocada también conectó velozmente los omoplatos de Hitamo. Hitamo ataco de abajo hacia arriba, reforzando con un codazo, y girando su pesado cuerpo para evitar que Raukion escape. El siguiente ataque de Masamune fue tan ponente de Raukion tuvo que parar, y se embestido contra una pared derribada; los escombros le hicieron perder pie y trastabillar. Hitamo no lo perdono y fue a sus pies con Masamune. Raukion brincó y atacó con el lado convexo, también afilado en la punta. Una curva candente se dibujo en la espalda del hengeyokai.
El contragolpe de Hitamo fue esquivado, pero su puño y el pomo de Masamune se hundieron el pecho del elfo, quebrando tres costillas. Este arremetió el ataque hacia un costado, rebanando la carne del muslo de hengeyokai. Este ni se mosqueo, y siguió con un andanada de estocadas, cada una mas mortal que la anterior. Raukion hizo una pasada alta y roció de sangre los ojos de su su oponente, por la herida que le abrió en la frente del hengeyokai. Hitamo cerro los ojos y comenzó a buscar el forcejeo, sabiendo que así era mas eficiente luchar a ciegas.
En ese momento, una terrible explosión destrozo la mitad de la sala, separando a los combatientes. Un enorme dragón dorado, en su forma dracohumana, había penetrado en la habitación, despedazando las paredes, e incendiando con su cuerpo candente los muebles de la habitación. Charizar se levantó, aullando triunfante, aun cuando la mitad derecha de su cara estaba convertida en una gran hematoma sangrante. Una hacha de adamantium atravezó la sala; Charizar la paro con su garra derecha y la llevó a su boca, mordiéndola al mismo tiempo que liberaba su fuego eléctrico. El arma se puso candente, y finalmente su hoja se partió en un estallido. El dragón tiró el mango en el piso, desplegó sus aún sanas alas, y saltó aullando por el agujero por donde había venido.

Hitamo aprovechó la interrupción para limpiarse la sangre de la cara. Luego acercó su espada a una de las hogueras y la calentó; y luego la aplico sobre su herida en la frente, cauterizandola para evitarse ser cegado nuevamente. Raukion despedazo un par de escombros que apresaban su pierna, y se paró con dificultad.
-Pelea - dijo Hitamo; y se arrojo contra su enemigo. Raukion esperó y luego finto, girando y buscando la espada de Hitamo; la encontró y llego a hundir la punta entre las vertebras cuando el pomo de Muramasa casi le arranca la espada de las manos. Raukion retrocedió sobre la montaña de escombros, y redirigió dos ataques con la punta de la espada, tratando de maximizar la distancia. Tomo un caño metálico y lo arrojo contra Muramasa, justo a tiempo para evitar ser cortado por su hoja. Necesitaba terreno llano para moverse a la velocidad necesaria; los escombros no lo ayudaban. En cambio, para el pes de Hitamo cualquier cosa que pisara era lo mismo que suave pasto.
Hitamo lo miro con furia y disparo dos poderosos kamekens hacia el techo; Raukion no llego a pararlos; y el techo se despedazo, derrumbandose sobre el el. Ningún fragmento lo tocó, pero ya no había espacio para batirse ensus condiciones.
Había perdido bastante sangre, y empezó a respirar con dificultad; Hitamo estaba peor, pero en general tenia aun la victoria en sus manos. Raukion lamentó por primera vez en su vida que Armagest y el hayan seguido caminos separados. Se resigno a un ultimo ataque antes de morir. Le quedaba una ultima técnica que había preparado contra un oponente asi, que había estado perfeccionando por quince años. Cargó.
Hitamo no se esperaba un ataque ofensivo tan directo, y solo atino a parar la estocada frontal; Raukion destrabó las dos espadas, dejándole un hueco, e hizo girar su espada en plano vertical. La Ira suicida, el miedo y el cansancio se pintaban en su rostro.
El dedo pulgar de la mano derecha de Hitamo voló por los aires en un spray de sangre. Masamune siguió un segundo en su mano, aferrada inútilmente por la palma. Sus ojos negros se abrieron desesperados.
Raukion retrocedió su pie derecho para la estocada final, y pisó mal por un trozo de madera que se partió en astillas; quedó desequilibrado momentáneamente. Hitamo contraatacó; Muramasa cortó en dos la espada de Raukion; y con el antebrazo derecho apresó al brazo derecho del elfo; y lo quebró a la altura del hombro. Raukion cayó en suelo, con Hitamo encima, la hoja invisible sobre su cuello.
Hitamo era el vencedor.
-Terminalo. Matame.
-¿Lo venciste?
-¿Que?
-¿Venciste a Dirand Erialna? - aulló Hitamo
- ¿Que? - escupió sangre - Eso fue hace mucho tiempo!
-¿Lo venciste? ¿Si o no?
-Si.
Hitamo sonrió.
-Es decir, no.
-¿Que? - Los ojos de Hitamo se congelaron por el espanto.
Raukion lo miró con verdadera vergüenza.
-No era yo, era Armagest, Armagest. Tuve que recurrir a él para derrotarlo. De otra manera me hubiera...
-¿El morgest?
-Si, el morgest... luego me decidí en separarme de el, pero cuando lo logre ya no volví a verlo, Dirand había muerto de viejo en su castillo...
Hitamo quitó la hoja del cuello de Raukion y se levantó. Había vencido de todas maneras.
-Pero- exclamó Raukion - leí tus historias! También tu lo venciste!
Hitamo le dio la espalda, mirando al suelo.
-Tuviste un duelo contra el! Lo derrotaste muy temprano en tu carrera! Eres el Ju Jutsu Dan!
- No.
-¿Porque no?
- Use el deseo del corazón de Hierro para ganarle. Viole las leyes del Kenjutsu, como tu. Fue la única vez que fue realmente necesario...
- ¿Entonces, ninguno de los dos...
- No. El titulo queda indefinido.
- Yo pensè que tu...
- No. Hemos cometido el mismo pecado.

En ese momento, como esperando un momento triunfal; un figura se volvió visible entre los escombros de la habitación. Media un metro cincuenta, cubierto de una armadura corporal blanca y roja, con un martillo y una espada negras pintadas en sus brazos. Tenia en sus manos una enorme espada cuya hoja era un fuego negro, completamente opaco. Sus cabellos rojos trenzados se escapan por los bordes del yelmo, que embarcaba su mirada sardónica.
-Son un par de perdedores - dijo Enor.
-Dufour - Escupió Hitamo.
-Yo derroté a Dirand, no como Kensai sino como General, en la batalla de Howa. Y sin trampas, en inferioridad numérica. Son un par de perdedores, y merecen la muerte.
-¿Viste nuestra batalla?
-Llegue aquí por casualidad, perseguiendo al Armando y a Tharfofo. Fueron un buen entretenimiento. Ahora voy a completar lo que no puedo terminar el elfo.
Hitamo cargo contra su oponente. Enor genero una onda de gravedad con su espada, derribando a Hitamo.
-Demasiada masa, Hitamo, vulnerable a la gravedad. Debiste comer menos.
Hitamo, desde el suelo, arrojo a Muramasa contra Enor, atravesó el horizonte de eventos de la terminal y se incrusto en el hombro de Enor.
Enor grito de dolor. Levanto ambas manos y descargo su Terminal Blade, ahora enorme como el cielo, sobre Hitamo...
Raukion perdio la vista un segundo cuando la gravedad quito la sangre de sus ojos; cuando la recupero, en el suelo solo habia un gran surco vacio.
Enor, con la visera arriba, tanteaba su hombro, tratando de encontrar el mango de la katana invisible que había atravesando el tanque de placas. La encontró, y tiro de ellas, gruñendo, y liberando un torrente de sangre. Tiro la katana al suelo.
Saco un petaca de poción curativo y la derramo sobre la herida, y luego tomo un gran sorbo. La sangra paro de manar.
Se levanto sin mirar atrás y camino hacia el hueco candente dejado por Charizar.
-Enor, eres ahora de Ju Jutsu Dan...-
-No digas estupideces. Lo maté porque era un enemigo. Que crees que soy, un queuriano?

1 comentarios:

Destro dijo...

Maldito Enor! Igual el hipopotamo peleo hasta las ultimas como en la saga de Brixton! Buena lisandro, ya la habia leido hace rato pero queria refrescar antes de leer la ultima, vamos a veeeeeeeeer (le tengo fe a Landon)